lunes, 20 de junio de 2011

AKIRA YOSHIMURA

Akira Yoshimura (1927-2006), ganador de múltiples premios y autor de una obra prolífica, pero poco conocido en Colombia; tal pareciera que estuviésemos condenados a navegar por un pequeño mar de conocimiento, ignorando los inmensos océanos que existen. Acabo de leer uno de los libros del autor en cuestión “Libertad bajo palabra”, llevado al cine por Shohei Imamura, con el título de “La anguila” (Premio a la Mejor Película Extranjera en el Festival de Cannes - 1998). Yoshimura fue Director de la Asociación Japonesa de Escritores y del Museo de Literatura Japonesa Moderna, entre otros cargos de importancia cultural.
“Libertad bajo palabra” (Emecé Editores-2002), es la historia de un hombre condenado a prisión por el asesinato de su esposa. La obra se desarrolla cuando sale libre bajo palabra y decide trabajar como obrero en la construcción de una represa. Hasta ahí la historia pareciera banal, sino fuera porque los trabajos a desarrollar tienen lugar en un valle prácticamente inaccesible rodeado de montañas y espesos bosques. En dicho lugar vive una comunidad de 300 personas que no tiene contacto con el mundo externo y que ha estado allí por generaciones. El libro narra el choque entre la comunidad y los empleados de la compañía encargada de los trabajos y de los empleados estatales, que buscan indemnizar a la población al menor costo posible, sin tener en cuenta, además, lo que podría sucederle después. Es decir, sin llevar a cabo estudios sociológicos que permitan una mejor comprensión de la comunidad y por lo tanto que permitan asegurarle un mejor futuro.
La obra es una pequeña tragedia al mejor de los estilos griegos, contada con un lenguaje simple. El destino del narrador, al cual él no puede ni quiere escapar, se entrelaza con el drama que llega como un huracán devastador a ese valle otrora bucólico; pero con códigos sociales bastante estrictos. Los acontecimientos, que van desde la violación, pasando por el suicidio y el asesinato, son contados con un lenguaje de una poesía sutil, delicada, refinada. El lector observa los acontecimientos detrás de la bruma, a través de la cual ve desfilar el pasado del protagonista y el presente del que es testigo obligado. Esta pequeña obra de arte (173 páginas), nos pone delante de la condición humana y toda la miseria que ella conlleva. Es un libro que invita a la reflexión sobre nuestra propia historia y el drama de los más de tres millones de desplazados por los paramilitares, las FARC, y porque no decirlo por el ejército; en esta guerra fratricida a la que los colombianos asistimos de espaldas, ignorando la tragedia que tiene lugar en el patio de nuestras casas. Pero también me hizo pensar en los pueblos desaparecidos bajo las aguas, bien sea intencionalmente, como es el caso de las represas, o en los pueblos borrados del mapa por el invierno que acabamos de vivir.
Akira Yoshimura murió en la primavera de 2006, él mismo decidió el momento de su deceso; ya que estaba aquejado de un cáncer terminal y prefirió una muerte digna al insoportable tratamiento médico que a veces se realiza con el único fin de alargar más la vida, ya de por si dolorosa, de un paciente condenado irremediablemente a la muerte. Lo hizo en su casa, acompañado de su esposa, Setsuko Tsumura, también escritora. A su hija, y cuidadora, le había anunciado horas antes que partiría para siempre. No obstante, tuvo la fuerza suficiente para trabajar en una novela hasta el último momento. Una hermosa forma de morir.