miércoles, 12 de septiembre de 2012

MARUJA VIEIRA, PREMIO VIDA Y OBRA DEL MINISTERIO DE CULTURA

MARUJA VIERA, PREMIO VIDA Y OBRA DEL MINISTERIO DE CULTURA
Es con una inmensa satisfacción que he leído el correo enviado por Guiomar Cuesta Escobar en el que me hace saber del gran y merecido honor que recibió la poeta Maruja Vieira, al ganar el Premio Vida y Obra del Ministerio de Cultura. Su trabajo permanente en pro de la poesía y de la cultura es reconocido con el máximo galardón del Estado colombiano. Su premio nos visibiliza a las escritoras y poetas, ya que muchos de nuestros homólogos masculinos suelen decir que en Colombia no hay mujeres poetas, y se quedan tan campantes; como un columnista de este diario que decía hace algunos meses que la producción de las escritoras sólo es “blablabla”. Maruja Vieira es una senda que nos muestra, a las que apenas comenzamos, que soñar es posible. Nos habla de los sueños y nos dice que éstos se hacen realidad si asumimos con disciplina y rigor el oficio de escribir, y si aceptamos que hay que arriesgarnos; aunque a veces eso signifique pelearse con imágenes y palabras o ir en contra de la corriente, o estar la mayoría de las veces en el otro lado del río, allí donde no tienen cabida los poderosos de este país que piensan que la igualdad y la justicia son sus enemigas. La vida de Maruja Viera es un ejemplo para Colombia, es una luz que nos ilumina y que iluminó la larga y tenebrosa noche en la que estuvimos tanto tiempo sumergidos, Maruja Vieira es una hermosa e inteligente guía que puede ayudarnos a salir del fondo del túnel en que nos encontramos. Nota: Ella ha creado un sitio donde podemos leer e imprimir todas sus obras, puesto que entiende que el conocimiento es un patrimonio que nos pertenece a todos; pueden leer sus poemas en el siguiente sitio: http://www.marujavieira.com/ Por último les transcribo uno de sus hermosos poemas: CARTA A CECILIA En memoria de Cecilia Quijano Caballero Los amigos/ te aguardaban en esta primavera,/ cuando las hojas nuevas / crecen en los castaños de París/ Te aguardaban en este abril / cuando el sol se refleja multiplicado/ en la cúpula de Los Inválidos / y un milagroso escándalo de colores/ invade los jardines del Museo Rodin. / Te aguardaban / para que les hablaras/ de batallas perdidas / y de guerras ganadas, / para que les devolvieras/ -así fuera por un momento-/ la fe que amenaza perderse,/ para que les explicaras / el derrumbamiento de los ídolos./ Alrededor de tu silencio / nos hemos reunido esta noche./ Pensamos en un hombre solitario / en medio de la tempestad/ que ruge y estalla. / Ahora sin tu mano, / sin las flores frescas / todos los días en el escritorio./ Sin tu fuerza, sin tu ternura/ que asomaba de pronto / como agua limpia entre las piedras./ En este abril de mil novecientos noventa / mientras los caballos de cristal / de la primavera / galopan en el aire frío y transparente / y el encaje de piedra de Notre Dame / se esconde entre las últimas neblinas,/ cuando tú ya no estás para siempre / te recordamos, Cecilia.

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