domingo, 1 de enero de 2012

ORÍGENES DEL ÁRBOL DE NAVIDAD

El árbol, las plantas, las flores, los lagos y los ríos han jugado un papel muy importante en el pensamiento religioso de las comunidades campesinas europeas, asiáticas, africanas o americanas. El árbol, por su parte, ha tenido una fuerte significación espiritual, a veces ha sido visto como una fuerza del bien, considerándosele a una divinidad benefactora, y otras como una fuerza del mal, que devora a los intrusos que osan internarse en sus dominios. En otras ocasiones el árbol, o el bosque, es considerado un refugio, bien sea para ermitaños, sabios, hombres y mujeres solitarios que desean huir de las veleidades de la vida citadina. Mircea Eliade, al hacer alusión al origen sagrado de los árboles, dice:

“La imagen del árbol no se ha escogido únicamente para simbolizar el Cosmos, sino también para expresar la vida, la juventud, la inmortalidad, la sabiduría… El árbol ha llegado a expresar todo lo que el hombre religioso considera real y sagrado por excelencia, todo cuanto sabe que los dioses poseen por su propia naturaleza y que no es sino rara vez accesible a individuos privilegiados, héroes y semidioses… todas las plantas cultivadas actualmente se consideran en un principio como plantas sagradas”.

“El Señor de los Anillos”, de Tolkien, rescata la rica tradición celta que reverenciaba a los robles, con la figura mágica de los ents, cuya figura principal es Bárbol. Estos míticos personajes son árboles enormes y su misión es la de ser pastores de otros árboles, poseedores de una gran sabiduría y viejos “como los montes”. Pippin, uno de los hobbits, no olvidaría nunca su encuentro con Bárbol, la fuerte impresión que le causarían sus ojos profundos y penetrantes, es uno de los párrafos más significativos de la obra, de gran calidad estética:

“- Uno hubiera dicho que había un pozo enorme detrás de los ojos, colmado de siglos de recuerdos, y con una larga, lenta y sólida reflexión; pero en la superficie centelleaba el presente: como el sol que centellea en las hojas exteriores de un árbol enorme, o sobre las ondulaciones de un lago muy profundo. No lo sé, pero parecía algo que crecía de la tierra, o que quizá dormía y era a la vez raíz y hojas, tierra y cielo, y que hubiera despertado de pronto y te examinase con la misma lenta atención que había dedicado a sus propios asuntos interiores durante años interminables”.

La figura de los ents, como pastores de un gran rebaño de árboles, hace alusión a antiguas creencias campesinas, donde los bosques han jugado un rol preponderante en su cultura y en sus ritos. Los árboles, y sus misterios insondables, aparecen una y otra vez en los cuentos de hadas tradicionales: Hansel y Gretel, La Bella Durmiente, Blanca Nieves y los siete enanos, La Bella y la Bestia, entre otros. Para Bruno Bettelheim penetrar en un bosque, perderse en él y encontrar de nuevo el camino a casa, es el equivalente a un viaje interior, al conocimiento que todo ser humano debe tener de sí mismo. Por otra parte, significa superar las diferentes pruebas que la comunidad exige para que los infantes pasen a la edad adulta y puedan integrarse como personas útiles y productivas al grupo al que pertenecen; este aspecto está relacionado con la creencia en la sabiduría de los árboles y en el rol mágico que se les atribuye.

No obstante, el culto al árbol hay que buscarlo en pueblos más antiguos que los mismos celtas, y para ellos tendríamos que remontarnos a los persas (1.500 a. de c.). En el Museo del Louvre se conserva una tabla de bronce denominada Sit-Shamsi, en la cual se relatan los rituales de esta extraordinaria cultura, los cuales incluían su devoción por el árbol y la concepción religiosa que tenían de los bosques. Esta característica sacra, con respecto al árbol y a todos los mitos que lo rodean, sigue presente en otro de los más fuertes sincretismos religiosos: el árbol de navidad.

En el siglo XVI, con la Reforma Protestante, surge un dilema teológico: si el protestantismo le niega a María su condición de virgen no puede realizarse un pesebre, puesto que ella es su figura central; pero la celebración de la navidad debe ser continuada, para ello se acude a los antiguos ritos campesinos en torno al culto de los árboles, especialmente el del roble. Es de anotar que el origen del pesebre, o nacimiento, se remonta apenas al año 1223, o al menos es la fecha que los franciscanos han querido inmortalizar con el fin de preservar la memoria de Francisco de Asís como su posible inventor. De todas formas la tradición del pesebre es bastante reciente si se la compara con el rito de los árboles. Las antiguas religiones europeas y su culto a la naturaleza, nunca desaparecieron totalmente, o al menos no entre las comunidades campesinas, especialmente en Gran Bretaña, donde aún existe una creencia popular con respecto al roble; dicha creencia pregona que la persona que abrace uno de sus inmensos troncos, estará protegida contra los malos espíritus y además le otorgará la fuerza necesaria para continuar el camino de la vida. Esta presencia se constata cada vez que se visita un antiguo monasterio o una catedral; puesto no hay que olvidar que dichas construcciones fueron levantadas en sitios de culto de los celtas.

Para entender un poco más el culto a los árboles, por parte de los celtas, habría que hablar sobre los druidas. Éstos eran sacerdotes que ejercían además funciones políticas y judiciales; y al igual que el mago Merlín habitaban, o al menos se reunían, en los bosques, bajo los robles. Tanto los hombres como las mujeres podían acceder al sacerdocio, para el cual debían prepararse por espacio de 20 años. En la época de la invasión romana jugaron un papel preponderante puesto que trataron de oponerse a ella. En Francia encontramos a Vercingetorix, quien ha servido como modelo para la creación del famoso galo de las tiras cómicas: Asterix. Vercingetorix fue un gran guerrero celta que luchó contra la invasión romana, habiendo sido derrotado por las huestes enemigas; esta derrota marcaría el inicio de la desaparición del pueblo galo.

En el siglo VI aún quedaban algunos druidas en territorio escocés, los cuales poseían un gran conocimiento de las facultades curativas de las plantas y árboles que rodeaban el territorio donde solían habitar, y es muy posible que estos conocimientos fueran de la mano con prácticas que posteriormente darían origen a la alquimia, de ahí los poderes “mágicos” de Merlín. Este conocimiento profundo de la naturaleza lo consiguieron en una íntima relación con ella. Para los celtas, los árboles eran elementos sagrados y preciosos, integrados plenamente dentro de su propia concepción del mundo. El roble era el árbol sagrado por excelencia, allí habitaban el señor de los bosques y las hadas. Los druidas le tenían un especial aprecio, el cual sobrevivió a la desaparición de sus creencias religiosas.

Otra de las tradiciones navideñas es la del muérdago y aún sigue tan vigente como lo fue hace dos mil o mil quinientos años atrás. La costumbre de besarse debajo de una de sus ramas está íntimamente relacionada con los ritos druídicos de fertilización, puesto que su savia era considerada por los sacerdotes celtas como el semen del señor de los bosques. Plinio relata un antigua leyenda y describe su ritual: en la sexta noche del plenilunio, un druida, preparado por un previo ayuno y vestido de blanco, se subía al árbol y con su mano izquierda cortaba una rama, poco después se sacrificaban dos toros y su sangre, mezclada con la savia de la rama recién cortada, era enterrada a los pies del árbol; este rito permitía la regeneración del tiempo y la permanente fertilidad de la tierra. Hoy en día son reconocidas sus propiedades medicinales, pero durante muchos siglos esta creencia fue ridiculizada, se creía que eran inventos populares y poco científicos.

Por otra parte, habría que entender que el árbol, al igual que para el pueblo araucano, les permitía a los druidas el acceso a los tres mundos, puesto que representaba el Axis-Mundi. Es decir, a través de él se podía pasar fácilmente de un mundo a otro: cielo-tierra-infierno (o mundo de los muertos). Para que esta comunicación se produzca es necesaria una columna universal o Axis-Mundi, la cual se encuentra enclavada en las entrañas de la tierra y también sostiene al cielo. En realidad es un eje cósmico y a su alrededor se extiende el mundo. El Axis-Mundi, como todo eje, se encuentra en el centro, en este caso en el centro de la tierra; por lo que puede ser representado por una montaña, una escalinata, una cúpula o un árbol. Cabe anotar que muchas de las catedrales construidas en el territorio que hoy conocemos como Gran Bretaña fueron construidas en antiguos lugares de peregrinación celta; es decir donde habían existido robles reverenciados por este pueblo. Para terminar, debo recordar que según Mircea Eliade la aguja de las catedrales góticas son una representación simbólica del Axis-Mundi; es decir, del árbol sagrado de los celtas.