miércoles, 8 de febrero de 2012

CARTA ABIERTA A GREGORIO PERNÍA

Confieso que no conozco a Gregorio Pernía, solo sé que es actor de telenovelas, pero nunca lo he visto actuar ya que no soy televidente, sólo enciendo el televisor para mirar las noticias. La última vez que miré una telenovela fue una que protagonizó Margarita de Francisco, y que se llamaba Mujer con aroma de café, y eso que llegué a ella cuando ya llevaba bastante tiempo; es decir, cuando era todo un éxito. No obstante, acabo de ver el video que Pernía ha grabado en el que pide perdón a las mujeres y exhorta a J Mario a hacer lo mismo. Y ese video lleno de carga emocional, pero sincero, me ha impulsado a escribir esta carta abierta.
No sé exactamente a que episodio, o episodios, se refiere Pernía para exigirle a J Mario disculpas para con nosotras; pero si he tenido el infortunio de escuchar algunas veces al “animador” cuando he llegado temprano al salón de belleza, donde siempre lo ven algunas de las clientas. Siempre me ha parecido de una gran chabacanería y de un irrespeto descomunal. Lo poco que le he escuchado ha sido un discurso claramente misógino, día a día perpetúa lo que yo llamo la ideología machista que tanto daño le ha hecho a la sociedad a través de toda la historia de la humanidad. No entiendo como la televisión colombiana, en vez de dignificar a la mujer, puede contribuir a envilecerla, lo que la convierte en cómplice del maltrato a las mujeres y del feminicidio.
Deseo felicitar a Pernía por elevar su voz de protesta, pero al mismo tiempo decirle que no comparto su expresión “ponerse los pantalones”, ya que no hay que ser un “macho” para reconocer los errores, sino asumirse como un ser humano. Para ello hay que respetar a nuestros congéneres y respetarnos a nosotros mismo, algo que efectivamente desconoce J Mario.
Es una obligación de todos nosotros, hombres y mujeres, luchar contra todo tipo de discriminación social, llámese xenofobia, racismo, machismo o intolerancia religiosa, como la del procurador Ordoñez por ejemplo.
Gracias Gregoría Pernía por elevar su voz y mostrarnos, sin vergüenza, que los hombres también lloran y que siguen siendo viriles, deseados y amados.
Berta Lucía Estrada

domingo, 5 de febrero de 2012

1Q84 DE HARUKI MURAKAMI

En mayo de 2011, cuando recién comencé a escribir el blog El Hilo de Ariadna (www.elespectador.com), publiqué uno artículo sobre Haruki Murakami
(http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2011/05/30/haruki-murakami/) y ahora vuelvo a reseñarlo ya que acabo de leer la primera parte de su trilogía 1Q84. Y si bien sus otros libros me habían impactado desde todo punto de vista, especialmente el de Kafka en la otra orilla, no puedo decir lo mismo del primer tomo de su más reciente trabajo. Es muy posible que a mucha gente le haya gustado, lo cual no invalida para nada su criterio ni el mío, esa es la magia de la literatura en particular y del arte en general; puesto que las verdades absolutas no existen y la apreciación estética no obedece a criterios específicos. Así que voy a permitirme expresar mi desilusión con la lectura de 1Q84.
Siempre he creído que la gran “astucia” de un autor, léase pintor, escultor, escritor o músico, es poder “sorprender” a sus espectadores o lectores; pero cuando esa “sorpresa” desaparece, para dar la sensación de “déjà vu” (ya visto), como dicen los franceses, la magia de la lectura desaparece para dar paso a una sensación de agobio que impide, por supuesto, el gozo estético frente a la obra que se tiene ante los ojos. Y eso es lo que me sucedió con la obra en cuestión.
Y si bien 1Q84, está muy bien escrita, desde el punto de vista del estilo literario al que nos tiene acostumbrados Murakami, la historia repite muchos de los elementos que aparecen en sus otras obras; me refiero, básicamente, al aspecto onírico. Sin embargo, hay una característica que deseo resaltar por encima de todo, y es su maestría a la hora de armar el rompecabezas de la historia, o historias, que conforman 1Q84.Todos los elementos que van apareciendo a todo lo largo de la obra, poco a poco van encajando en la soberbia construcción del puzle, sin que ningún elemento, por pequeño que parezca, quede por fuera. Es como una maquinaria donde todos los piñones encajan los unos con los otros. No obstante, no me sedujo, no me eclipsó como Kafka en la otra orilla.
Sin embargo, hay otros dos aspectos que quisiera resaltar:
1. La evocación permanente que hace del magnífico libro 1984 de Georges Orwell, el cual leí precisamente en 1984, también vi la película en la que Richard Burton tenía el papel protagónico. Su lectura es obligada si se desea entender el mundo en el que vivimos actualmente y en el cual somos “controlados”, por utilizar un eufemismo, por ese Gran Hermano que es Internet y donde todo lo que hacemos deja una huella indeleble. Aunque en el momento en que Orwell escribió el libro no podía ni siquiera imaginar que algo como Internet podría existir algún día. Y mientras que Orwell escribe sobre el futuro, Murakami lo hace sobre el pasado. Pero tanto el uno como el otro nos demuestran que el libre albedrío es algo inexistente y que los seres humanos somos sólo marionetas que danzamos al son que unos pocos que controlan el mundo nos ponen como música de fondo.

2. Ya en el artículo que había escrito sobre Kafka en la orilla, había resaltado el lado feminista de Murakami, aspecto que se reafirma en 1Q84.
Y por último, quisiera hacer alusión que la lectura de dicha obra, al menos del primer tomo, no pienso leer los otros, me hizo pensar en varios momentos en la saga de Stieg Larsson, Millenium. Estoy convencida que Murakami también leyó a Larsson y que 1Q84 podría ser un elogio a su obra. Incluso uno de sus personajes femeninos principales, por no decir el principal, Aomamé, tiene mucho de Lisbeth Salander.