domingo, 3 de junio de 2012

Pensando en Rosa Elvira Cely. La violación y el feminicidio, consecuencias del machismo

En Colombia, como en la mayoría de los países, hablar de feminismo es sinónimo de subversión, de pecado, casi que de delito, es una mancha que debe dejarse atrás cueste lo que cueste. No en vano en la W Radio promocionan uno de sus programas con la frase siguiente: Mujeres W ¡qué miedo!, o se asegura, tal y como lo hacía un oyente el pasado viernes, que crueldad es sinónimo de mujer, que no hay nada peor que una mujer criticando a otra, comentario que he escuchado muchas veces en mi vida, sin que los hombres se detengan ni un minuto a pensar en el daño que hacen, y se hacen a sí mismos, al repetir hasta el infinito una frase cargada de odio y de mentira. Otro ejemplo son los foros en los que participan muchas personas y los comentarios que hacen cargados de un odio visceral, utilizando un lenguaje obsceno por decir lo menos. Los seres humanos, independientemente del género, podemos ser buenos o malos, eso depende de múltiples factores: culturales, religiosos, sociológicos, antropológicos, históricos, idiomáticos, entre otros; pero nunca del género. Habría que ver cuántos conflictos bélicos han comenzado las mujeres y cuantos los hombres, para comenzar a responder esta falacia que no hace sino disminuirnos como seres racionales y que deja atrás, muy atrás, esa supuesta caridad que tanto pregona la religión católica. Una gran parte de la sociedad colombiana es machista hasta la médula, misógina por tradición, por lo que muchas veces considera que la mujer es un ser inferior y que está allí para someterla a sus bajos instintos. Es lo que ocurrió con el caso de Rosa Elvira Cely que ha estremecido a Colombia, y que seguramente pronto pasará al olvido cuando llegue otro aparentemente más cruel y diabólico. Eso sí, cuando el depredador es identificado y llevado ante la justicia toda su "hombría" desaparece como por encanto y se convierte en lo que verdaderamente es, un cobarde marca mayor. La violación -o el abuso o el acoso sexual- es un arma de guerra que se utiliza en todos los ámbitos sociales, desde la familia, pasando por la escuela o universidad hasta el laboral. Solemos minimizarla, justificarla, cerramos los ojos para no verla, contribuimos de una forma u otra a perpetuarla. Nunca, nunca, nunca, haremos bastante por erradicarla. La violación es uno de los peores traumas que puede sufrir un ser humano, es una cicatriz que no cierra jamás, que siempre, siempre está allí, aunque a veces pasen días sin pensar en el oprobio del que se ha sido sujeto. Un violador, o violadora, ya que también existen, es un depredador social, es un desadaptado que le cuesta mucho a una sociedad que busca respetarse a sí misma. La violación no puede, por ningún motivo, ser aceptada, debemos atacarla, combatirla, y la mejor forma es con una sociedad más justa en todos los aspectos, comenzando por la educación; me refiero a una educación humanista, la técnica o científica debe de venir detrás. Y desde ya debemos comenzar a cambiar ese falso concepto que tenemos de la palabra feminismo, todos, hombres y mujeres, sin excepción, deberíamos declararnos feministas, al hacerlo comenzaríamos a respetarnos a nosotros mismos y no olvidaríamos que es una mujer quien nos ha traído al mundo. Los invito a ver un video de Isabel Allende en el que cuenta por qué es feminista: http://www.ted.com/talks/lang/es/isabel_allende_tells_tales_of_passion.html