lunes, 30 de julio de 2012

XXVIII ENCUENTRO DE MUJERES POETAS DE ROLDANILLO

En la semana del 17 al 22 de julio 2012 se llevó a cabo el XXVIII Encuentro de Mujeres Poetas de Roldanillo, en ese hermoso y simbólico lugar que es el Museo Rayo y aunque sólo he asistido desde el año 2010, considero esta versión como la más mágica de las tres. La poeta Águeda Pizarro-Rayo desempeña un rol importantísimo en la poesía colombiana, aunque algunos medios de comunicación, sobre todo los nacionales, no resalten la labor de tejedora de las palabras y de la interculturalidad que realiza desde hace casi tres décadas. Águeda Pizarro-Rayo es una discípula de Penélope y de Aracné, en ella confluyen la erudición, el bilingüismo, el amor por el descubrimiento de otras culturas, además de saberse legataria de varias formas de pensar y de actuar. Su respeto por la otredad, su tolerancia y esa capacidad que tiene de asombro ante las pequeñas y grandes cosas es algo que no todos los seres humanos poseemos, menos en este mundo en el que nos hemos dejado llevar por una vida fácil y consumista y donde la intolerancia es el común denominador de nuestro diario vivir. El XXVIII Encuentro de Mujeres Poetas de Roldanillo acogió en su seno alrededor de 200 poetas, en un país donde nuestros homólogos masculinos dicen que las mujeres poetas no existimos o como escribía un columnista en días pasados cuando lo hacemos es puro BLABLABLA - de cuyo nombre prefiero no acordarme-, sin darse cuenta que era él quien escribía sin razonar y con escaso o nulo conocimiento de la literatura escrita por mujeres sin darse cuenta que era él quien escribía sin razonar. Esta fiesta poética reúne mujeres de todas las clases sociales, económicas, religiosas o no, de todas las edades, de todas las formaciones académicas, sin importar si se ha asistido a una universidad o no, si se es una poeta de renombre o no, si se tienen libros publicados o no. Al Encuentro asisten poetas afrocolombianas y de las etnias indígenas, como las Emberá-Chamí; haciéndose por lo tanto lecturas bilingües que enriquecen la musicalidad propia de la poesía y nos muestran que Colombia es un país multicultural, multiétnico y multirreligioso; se hicieron incluos lecturas en quechua, en palenquero e incluso en griego. también hay espacio para la música, el teatro, la danza, las artesanías, las artes plásticas; en cuanto a esta última manifestación artística, vale la pena nombrar la extraordinaria exposición de Angela Villegas, la pintora vallecaucana, y a quien descubrí en dicho Encuentro. Por otra parte, es importante hablar del Concurso de Poesía Ediciones Embalaje-Museo Rayo, el cual ha venido reivindicando y dando a conocer a las mujeres poetas colombianas; muchas de ellas rechazadas por las grandes editoriales que solo piensan en el factor dinero y en cuanto van a vender y a veces dejando a un lado la calidad estética de la obra a publicar. Es importante anotar que el pasado concurso fue ganado por la poeta Clara Shoenborn, con el libro "Los oficios en clave de Atenea". Para terminar quisiera terminar con una carta abierta a la poeta Águeda y a otras magas: En ustedes me reconozco como integrante de una cofradía, la cofradía de la palabra, la cofradía del verbo. En ustedes me reconozco como una antigua sacerdotisa que cura el desarraigo con el bálsamo de la poesía. Con ustedes sé que no estoy sola, sé que hago parte de una catarata que rompe los espejismos y deja atrás la melancolía. Los Encuentros y Concursos de Mujeres Poetas son una fiesta, una oda a Píndaro, a la bella Safo de Lesbos, pero también a Orfeo y a Eurídice; gracias a ustedes comienzo a sentir que camino en terreno firme y que ya no voy a ahogarme en el fango del olvido. Gracias Águeda, Berta Lucía Estrada