jueves, 16 de mayo de 2013

LA CARACAS DE GLORIA CEPEDA VARGAS

Los poemas que hoy publico, con el consentimiento escrito de su autora, la gran poeta e intelectual Gloria Cepeda Vargas, hacen parte de esos privilegios que rara vez no es dado recibir, son absolutamente hermosos. Más importante aún, son muy pero muy buenos. Cuando me los envió le escribí: “Me uno a ti en ese dolor inconmensurable de ver como tu Caracas amada se va difuminando en la nada, perdida en el vaho de los transeúntes, equivocando el camino, borrando las huellas que la identifican”. … Poder compartir tus poemas con los lectores del blog El Hilo de Ariadna tus poemas “es una forma de protestar por todo lo que está pasando, pero de una forma diferente, tú sabes de lo que hablo”. Ceder el espacio a estos versos profundos es rendir tributo a esta gran poeta colombiana que ha tenido la suerte de tener dos patrias, Colombia y Venezuela. Le ha cantado a las dos, y las dos le han dado alegrías y tristezas. En cada una de ellas ha dejado retazos de su vida, lleva cicatrices que ni la muerte podrá borrar. Gracias amiga por este regalo que hoy nos das. //POEMAS DE AMOR// I/ Caracas, te saludo/ a pesar de tus manos al revés/ no te has hundido aun/ ni eres ese acerico cruzado de alfileres./ Muchacha de clavel/ marimba loca/ un hilo de agua limpia/ guía los titubeos del sonámbulo./ Bella como una joven desnuda entre las aguas/ hecha toda de acero/ de humanidad intacta/ brindemos por tu traje del domingo/ por tus pies insumisos/ por lo que asoma/ esquivando cabezas destroncadas/ por lo difícil de escanciar el tiempo/ en un envase roto./ II Quizá no vuelva/ ese color donde no logro asirme/ todo es “tal vez”/ “quién sabe”/ “si acaso”/ “de repente”./ Tal vez/ no regrese la luna/ los libros de las ventas callejeras/ llenan la tarde de alas y graznidos/ un cafetín resiste/ una canción oída muchas veces/ escala las paredes./ Quizá/ tal vez/ si acaso/ el mundo es una caja ciega/ ¿caminamos o no?/ baila la cuerda floja./ II/ Nado y te alejas/ corro y te encaramas/ llamo y solo responde/ el glu glu del invierno/ y aquí me tienes/ escuchando tus cuitas/ saltándome tus baches/ adelante y atrás/ cofia de harina/ para atrás y adelante/ pase usted, comandante/ sabor de vino rancio/ globo roto./ En el aire tu pátina de menta/ los niños/ las mujeres/ los hombres verdaderos/ la cara de la luna que pretenden/ espolvorear con cal/ ellos mismos se inventan/ se reciclan/ se deshacen de espaldas al tsunami/ no es para mí este verde/ no quiero este café/ se te cayeron todas las escamas/ oscureció de pie./ III/ Hay que llamar las cosas por su nombre/ harta estoy de palabras con gorguera/ todos a media voz. Los poderosos/ es decir, los que tejen y destejen/ son alacranes con ponzoña de oro/ mientras los invisibles/ se juegan la ceniza/ en el macabro lance de la muerte./ Pasa la caravana/ enana de alma y grande de impudicia/ ¿habrá tiempo/ de rescatar el tiempo?/ IV/ Hay ciudades amables/ que nos pertenecieron/ alguna vez/ sillas al sol de un día irrepetible/ carpas para dormir con el amor./ Hay noches desatadas/ bajo el látigo rojo del espanto/ horas/ azules y profundas/ como para abrevarlas lentamente/ momentos ensartados/ en un hilo tan fino/ que se rompe al mirarlo/ ráfagas que guardamos/ con llave y cerradura/ minutos de papel/ rodando por las calles del olvido/ hay ciudades/ jardines/ trombas iluminadas/ pájaros que murieron/ pero siguen cantando./ Gloria Cepeda Vargas