martes, 4 de junio de 2013

EL AZUL ES UN COLOR CÁLIDO, DE JULIE MAROH

El pasado 29 de mayo se celebró en Montpellier (Francia) el primer matrimonio homosexual, y La vie d’Adèle se había llevado la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes tres días antes. Podría ser una coincidencia, lo que sí es cierto es que la incitación al odio de fanáticos religiosos, tanto de la Iglesia católica, como de la judía y la musulmana, no pudieron hacer nada para impedir que esta deuda de la sociedad para con un grupo minoritario fuera realidad. Los grupos de derecha, y de extrema derecha, en su absurda ceguera, tampoco pudieron impedirlo. La vie d’Adèle, película del tunecino Abdellatif Kechiche, interpretada por Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos, está basada en la historieta Le bleu est une couleur chaude (El azul es un color cálido) de la francesa Julie Maroh; con la cual obtuvo el Premio del Público del Festival de Angulema 2011. Pero además ha sido galardonada con los siguientes premios: -Premio Esperanza de la Quincena BD de Bruselas 2008 -Premio de jóvenes autores del Salón de la BD y Artes Gráficos de Roubaix 2010 -Premio Ciudadano del Festival de Blois 2011 -Premio al mejor álbum del Festival de BD de Argel 2011 Aún no he visto el filme, pero si leí el libro, del cual puedo decir que no me impactó, al menos en lo que se refiere a los diálogos propiamente dichos, los cuales me parecieron bastante banales, poco estructurados, alejados de toda poesía e incluso insulsos; y no es problema de la traducción, ya que lo leí en francés. Lo que sí es un verdadero logro son los dibujos que conforman el cómic y la acertada utilización del color azul en algunas de las viñetas. El azul es un color cálido cuenta la vida de Clémentine, una adolescente de 15 años, y su despertar sexual, y la vida de Emma, la universitaria de la cual se enamora. Más allá de la historia de amor de dos mujeres, el libro narra las vicisitudes que Clémentine debe vivir para aceptarse a sí misma y ser aceptada por los demás. A mi modo de ver hay varios aspectos que vale la pena resaltar: -Muestra los prejuicios de la sociedad en contra de los homosexuales, el odio que este sentimiento genera, y el rechazo del que son víctimas las personas que no son heterosexuales y que osan salir del clóset. -Muestra las fallas en la educación, ya que si bien vivimos en un mundo globalizado y con la tecnología de punta, sobre todo en el aspecto de comunicaciones, no hemos logrado comunicarnos con nuestro vecino o con nuestra compañera de clase. Pretendemos que la vida debe ser tal y cual nosotros la concebimos, sin darle espacio a la otredad, a la diferencia sexual, religiosa, ideológica o étnica. -Muestra las fallas del hogar. Padres que sólo aceptan a los hijos si éstos replican el modelo que se espera de ellos. Padres que olvidan que cuando se trae un hijo al mundo no es para hacerlos felices a ellos, como padres propiamente dicho, sino para que el hijo sea feliz. -Muestra el matoneo en la escuela, flagelo que azota a muchos adolescentes, independientemente de su orientación sexual. En otras palabras, yo diría que el libro de Julie Maroh es una denuncia de una sociedad que se cree muy civilizada, pero que en realidad ha fracasado en su intento de ser humana. Y si bien no considero que los diálogos sean elaborados, los encuentro más bien banales, y hasta sosos, otra cosa muy diferente son las viñetas. Los dibujos son de una gran pericia, logran atrapar al lector, y cuentan la historia de una forma mucho más elaborada que los textos que los acompañan. Por otra parte la historieta de Maroh rompe con tabúes y clichés que se les han impuesto a las mujeres. Esa imagen de niña de trenzas, obediente, casta hasta en los sueños, sumisa y callada, Maroh la vuelve añicos. Clémentine, el personaje principal, busca su felicidad, es una guerrera que cuando decide algo raramente lo abandona; así sea abandonar el hogar paterno cuando se da cuenta que no la aceptan por su condición de mujer homosexual. Pero también abandona a las amigas que no la entienden y que la insultan. Busca su propio mundo, y en esa búsqueda se da cuenta que existe otro universo de inclusión donde es aceptada y amada. En cuanto a la banalidad de la historia, entre otros aspectos, me parecieron bastante flojas las escenas de celos, pero también el deseo de posesión del otro, el deseo de adueñarnos de la persona amada, olvidando que cada ser humano es libre e independiente y que amar no significa dejar de ser libre. Me parece bastante patético reproducir el modelo de parejas heterosexuales y de todos los traumas que algunas de ellas llevan en sus hombros y en sus vidas. Me hubiese gustado que la historia narrase una forma diferente de vivir el amor, pero me doy cuenta que ni siquiera las personas que rompen con los esquemas que la sociedad patriarcal y la religión, en este caso preciso la católica, les ha impuesto, son capaces de asumirse como seres libres y capaces de comprender que el ser amado también tiene sus propias fragilidades, porque también es un ser humano, que tiene virtudes pero también defectos. Nota: En El Hilo de Ariadna publiqué un comentario sobre otra historieta, Persépolis, de la iraní Marjani Satrapi, por si les interesa leerlo. http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2011/10/09/marjane-satrapi/

domingo, 2 de junio de 2013

LA SUPUESTA FELICIDAD DE LOS COLOMBIANOS Y LOS CRÍMENES ATROCES

Colombia es un país misógino por excelencia, la violencia en contra de las mujeres no ha hecho sino recrudecerse. El crimen, de una sevicia inusitada, en contra de una indefensa mujer de noventa y dos años, cometido por el nieto que había acogido en su hogar, o las mujeres quemadas con ácido, sin hablar de las violaciones y del maltrato del que son víctimas todos los días y a todas horas, no hacen sino constatar que Colombia no es el paraíso que los medios de comunicación quieren vendernos todos los días al decirnos que es el país más feliz del mundo. Crímenes llevados a cabo por todos los actores de la sociedad, incluyendo a las FARC y el ELN, que reclutan niñas en contra de su voluntad y las convierten en juguete sexual de adolescentes engañados, y obligados a hacer la guerra. Pero también convertidas en juguetes sexuales de los mal llamados comandantes;obligándolas, además, a abortar cuando quedan embarazadas, aún en contra de su voluntad, hablan de un país violento desde sus mismas entrañas. Todo ésto sin olvidar a los grupos de exterminio conformados por los paramilitares y por las bacrim; a veces orqeustados por algunos oscuros militares, jueces u hombres políticos. Todo ésto, sin contar el papel que juega la Iglesia católica, y por supuesto las cristianas, en su discurso violento, machista y misógino que gritan a los cuatro vientos y desde todas las tribunas. Incluyendo al tenebroso e inquisitorial procurador, y a Hoyos, su escudera de cabecera; la que supuestamente debería estar de la parte de las mujeres. Las religiones judeocristianas de un lado, la judía y la musulmana del otro, tienen una enorme responsabilidad en los asesinatos y en la violación que día a día sufren mujeres y niños; puesto que han vendido la idea que la mujer es fuente de pecado, que es impura, y que minuto a minuto tienta al hombre, y si éste sucumbe en sus “redes”, es porque no pudo controlar sus bajos instintos, convirtiéndose en este modo en la verdadera víctima de las terribles artimañas con las que fue supuestamente seducido. Las tres religiones, mal llamadas monoteístas, pregonan que la mujer debe de ser recatada, obediente y sumisa; preferiblemente debería quedarse encerrada en su casa y callar ante el maltrato verbal o físico ejercido por el hombre de la casa. Supongo que ese es el sueño secreto de hombres como Gerlein, o del homofóbico concejal Durán, o del machista alcalde de Segovia. Lo que habría que analizar en todos estos discursos violentos, que se están convirtiendo en pan de cada día, es también la responsabilidad de personajes, que aupados en el poder que les confiere el temor que inspiran, llenan el aire de odio e intolerancia cuando los medios de comunicación les abren los micrófonos, o través de twitter, cuando no logran ser escuchados como lo desearían. Me refiero por supuesto a Uribe, por quien nunca voté; puesto que siempre estuve consciente del peligro que representaba su llegada al poder. Pero también habría que nombrar a centenas de curas y a muchas mujeres, que como la senadora Liliana Rendón, no logran comprender la problemática de género. Y cuando día a día constato la violencia de los colombianos me pregunto, una y otra vez, ¿cómo pueden creer, aunque sea por un solo instante, que Colombia es uno de los países más felices del planeta? Si esto fuera verdad las tasas de violencia, de toda clase de violencia, serían mucho menores, y las leyes que protegen a las mujeres, a los niños y a las personas de la tercera edad, serían muchas más, pero sobre todo serían verdaderamente eficaces, y el proyecto de ley que lleva el nombre de Rosa Elvira Cely no estaría a punto de caerse. Por último, quisiera agregar que no sólo no considero que Colombia sea un país de gente feliz, sino que considero que una gran parte de su población tiene problemas mentales; lo cual no justifica crímenes como el de la señora Emperatriz o el de Rosa Elvira, entre tantos otros. Pueden ver algunos artículos que he publicado en este sentido: http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2013/03/13/algunos-de-los-origenes-de-la-violencia-en-contra-de-la-mujer/ http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2012/11/28/venus-emergiendo-de-las-aguas/ http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2013/01/17/tabues-y-prohibiciones-derivados-de-la-menstruacion/