domingo, 7 de septiembre de 2014

"LOS MUERTOS NO RESUCITAN, NI SIQUIERA CUANDO SE LAVAN LOS CADÁVERES"

Pintura Yai Pen-Ming, Ejecución (lectura de la obra Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya), 2008 LOS DESASTRES DE LA GUERRA 1800-2014, este es el nombre de la muestra artística del Museo Louvre-Lens. Más que exposición es un viaje a través del delirio humano, de la sinrazón, del odio. Es un descenso a los infiernos, no al cristiano, en el cual no creo, sino al verdadero, al creado por esta especie que se considera a sí misma el centro de la creación supuestamente divina. Aunque no puedo entender como el dios -o los dioses, todo depende de la religión que se practique-, puede permitir que la guerra exista, así sea por un segundo, lo que no sería sino una prueba fehaciente, al menos para mí, de su inexistencia. A no ser que su dios sea Ares, el hermoso griego considerado dios de la guerra, Marte para los romanos, símbolo de la crueldad, del caos, de la confusión, del desorden. El título Los desastres de la guerra es el nombre dado por Goya a la serie de grabados que van de 1810 a 1820; los cuales cambiaron, junto con la pintura de Géricault, la visión idealista que se tenía de un combate o de la guerra misma. La visión de heroicidad de un soldado muerto en campaña, dio paso a la representación del horror, de la nada, del fin, de la hecatombe humana. Goya realizó la serie en cuestión como un enorme grito de denuncia a la invasión napoleónica, él, que era un francófilo consumado, amaba el Siglo de las Luces francés, pero también era consciente que su país estaba siendo reducido a cenizas por el pueblo que tanto admiraba. ¿Era el pueblo francés o era la megalomanía de un hombre sediento de poder y de ambición sin límites, el que oscurecía la España de su tiempo? Por supuesto que Goya lo sabía muy bien, y eso fue lo que trató de representar en esa serie de grabados, ochenta en total, que sólo fueron expuestos al público en 1863, bajo el nombre Fatales consecuencias de la sangrienta guerra de España (1814-1820), lo cual era una primicia en la historia del arte; no porque antes no se hubiese representado la guerra, sino por la forma realista en la que se mostraban aspectos que antes ningún pintor se había atrevido a esbozar. Grabado Grande hazaña con muertos Goya No en vano Chateaubriand decía que “Napoleón al exagerar la guerra la mató”; en otras palabras quería decir que con las guerras napoleónicas se daba inicio a una nueva forma de hacer la guerra: la guerra de masas. Géricault y Goya son los primeros artistas decimonónicos a pensar como pensamos la gran mayoría de los seres humanos contemporáneos, que la paz está por encima de la guerra, puesto que la gran parte de la sociedad actual es consciente de los desastres que una guerra puede traer consigo, a corto, a mediano y a largo plazo. Pronto haría su aparición la fotografía, esa otra forma de narrar lo indecible, de mostrar el horror sin contemplaciones, impidiendo a veces digerirlo; o bien, a fuerza de atragantarnos con él, terminamos por no verlo. Y precisamente es la fotografía de guerra la que permite que Otto Dix realice Der Krieg, Lens bombardeado, en 1926, varios años después de terminada la Gran Guerra. La que se conmemora este año, 2014, a veces con una idealización bastante romántica e ingenua de los que en realidad fue esa carnicería humana. Una herida purulenta que sería luego una enorme gangrena, La II Guerra Mundial.
Otto Dix Al respecto Otto Dix decía: “No he pintado las escenas de guerra para impedir la guerra; nunca lo hubiera pretendido. Las pinté para conjurarla. Todo arte es una conjuración. También pinto sueños y visiones, los sueños y las visiones de mi época, los sueños y las visiones de todos los seres humanos”. (Entrevista de Otto Dix con Otto Wundshammer, 1946)- Pero antes habría que hablar de esa otra guerra que dividiría España en dos, los republicanos y los franquistas, La Guerra Civil Española. Y nadie como Picasso para contárnosla.
Guernica No en vano Albert Camus dijo en 1956: “Nuestra historia comienza con esta guerra perdida, España es nuestra verdadera institutriz”. Y por supuesto está La Segunda Guerra Mundial, Hiroshima y Nagasaki. Arthur Koestler decía: “Desde los albores de la conciencia, hasta la mitad de nuestro siglo, el hombre ha debido vivir con la perspectiva de su muerte, al mismo tiempo que se sabía individuo; después de Hiroshima la humanidad debe vivir con la perspectiva de su extinción en tanto que especie biológica”. (Face au Néant, 1968-1973).* Otro Guernica podría ser la fotografía de Nick Ut, (1972), la fotografía con la cual yo pasé de la adolescencia a la edad adulta; me refiero a la foto donde una niña corre desnuda en una carretera de Vietnam huyendo de la bomba de Napalm; ese gran crimen cometido por Estados Unidos, uno entre tantos otros, la cual no solo contribuyó a terminar esa guerra sino que se convirtió en un hito de la historia de la fotografía.
Nick Ut Lo que me hace pensar en las miles de fotos que han sido tomadas en Colombia en estos casi 60 años de guerra interna, fratricida, que hemos vivido y que aún no asimilamos porque no queremos mirarnos en el espejo del horror y del miedo; pero están ahí, y algún día tendremos que hacerlo, tendremos que hacer un museo que las exponga. Para poder curar nuestras heridas tendremos que conocer toda la verdad y así comenzar a quitar la pus que corre en la piel de este país multicultural, multiétnico y diverso que es Colombia. .................................. Bibliografía: 1800-2014 désastres de la guerre. Exposition au Louvre-Lens. L’objet d’art. Hors-série No 78. 2014. ............................ *Nota: Con respecto a La Segunda Guerra Mundial pueden leer el artículo que publiqué: "Los muertos no resucitan, ni siquiera cuando se lavan los cadáveres”: http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2013/08/10/carta-abierta-a-uribe-y-a-los-enemigos-de-la-paz/