martes, 23 de septiembre de 2014

AMÉLIE NOTHOMB, CUANDO ESCRIBIR ES SINÓNIMO DE FABRICAR

Hace muchos años conozco el nombre de Amélie Nothomb (Bélgica-1966), pero nunca había sentido deseos de abordar uno de sus libros; sólo lo hice hace dos semanas con su última publicación, Pétronille (Editions Albin Michel-2014. Antes de leer la novela ya había visto la entrevista que le hicieron para el lanzamiento de la obra en cuestión y que corresponde a los 620 libros que hacen parte de la “rentrée littéraire 2014” en Francia. La entrevista me mostró a una mujer, más que enigmática, distante, fría, calculadora; pero sobre todo a una mujer provocadora, tanto por su forma de hablar como por su presentación personal. Es lo que en francés se conoce como une “personne qui dérange” -o sea alguien que incomoda-, en este caso no tanto al status quo, como a la sociedad que lo conforma. Uno podría decir que es una mujer “perturbada”, puede ser así; no obstante, yo me inclinaría por creer que es más bien un papel que representa en este eterno teatro que es la vida diaria, lo que me llevaría a decir que más que una escritora es una eterna actriz en un escenario abierto y gratuito; al menos para aquellas personas que desean explorar un poco sobre las miserias o vidas ajenas. Y es que Amélie Nothomb es una escritora que ha hecho de su vida íntima una puesta en escena permanente, puesto que varios de sus libros son en parte autobiográficos, como si su vida fuese un eterno performance y como si sus lectores fuesen eternos espectadores de su vida, de sus fantasmas, de sus logros o de sus fracasos. Su obra más conocida es Stupeur et Tremblements, Albin Michel, 1999 (Premio de la Academia Francesa y Premio de los Libreros del Québec); libro que fue llevado al cine en 2003 por Alain Corneau. En el 2007 obtiene el Premio Flore y en el 2008 el de Jean Giono. En 1992 publicó su primer libro y desde entonces no ha dejado de hacerlo, uno por año, para un total de veintitrés libros hasta 2014, una suma enorme; pero poca si se tiene en cuenta que ha escrito ochenta en total. Amélie Nothomb dice que escribe cuatro libros por año, y que luego decide cual irá a la imprenta. Escribe diariamente, con una disciplina férrea que la lleva a ejercer su oficio en cualquier parte del mundo o en cualquier hotel donde sus actividades literarias la conduzcan. Escribe cuatro horas diarias, sin concesiones y sin cambios en su rutina. Es una escritora amada u odiada, pareciera ser que no despierta sentimientos intermedios; muchos intelectuales le reprochan el éxito editorial que cada libro representa, pero eso no le hace mella, ni tampoco a los miles de lectores que la siguen como si se tratase de una nueva deidad. Su último libro, en parte autobiográfico, retrata a Stéphanie Hochet en el personaje de la escritora Pétronille. De todas formas Amélie Nothomb no lo negó en una de las entrevistas que le hicieron para la difusión del libro en cuestión. Ella misma acepta que se basó en su amiga para la creación del personaje en cuestión, y que lo hizo porque muy pocas novelas exploran la amistad entre dos mujeres. El libro es un elogio a la amistad, pero también a la champaña. Pétronille no solamente no me gustó sino que me parece un libro bastante malo. No sé si sus otros libros sean mejores, pero no me siento con los deseos suficientes de volver a leer a su autora. Creo que sería perder el tiempo y el dinero. Pétronille no deja de ser un libro exploratorio, es una sumatoria de ideas para ser desarrolladas posteriormente en una novela; pero se queda ahí, en unos bosquejos que no logran hacer ni un cuadro ni un libro. Su lectura, más que aburridora, me hizo entender porque la autora dice escribir cuatro libros por año; entendí que escribe y escribe páginas, pero no escribe ni un solo capítulo de un libro que valga la pena, literariamente hablando. Amélie Nothomb es más bien el producto de esa aberración contemporánea en que las casas editoriales han convertido a ciertas “plumas”. Las obligan a escribir un libro por año; aunque sobra decir que a ella no la tienen que obligar a nada puesto que se considera a sí misma como una gran escritora y por supuesto muy prolífica. Pero escribir no es sinónimo de sacar a la luz todas las “supuestas genialidades” que imagina un autor determinado. En otras palabras yo diría que Nothomb es una gran farsa y un gran engaño. Pero por supuesto, esta es sólo mi opinión, en ningún momento pretendo que sea una verdad revelada. Esa es la magia de la literatura, no hay verdades absolutas; por lo que cada lector tiene su propia verdad.