sábado, 21 de febrero de 2015

A VIVIANE MORALES( carta abierta)

Esta semana ha debido ser muy difícil para usted, imagino que ha perdido la calma más de una vez y que no ha podido conciliar el sueño que le hace falta para recobrar la cordura que necesita en el ámbito privado y en el público. Sin embargo, no logro sentir lástima por usted; y si lo digo es porque usted no siente lástima por la mayoría de personas que habitamos en este país convulso y violento, al que muchas veces declaraciones como la suya ahondan más en la inequidad y en la discriminación. Usted sostiene que “la familia es sagrada”, debo decirle, antes de continuar, que para mí lo único sagrado es la vida de mis congéneres. Considera que familia es solo aquella conformada por un hombre y una mujer. ¿Dónde quedamos las miles de mujeres u hombres que hemos tenido hijos sin casarnos? ¿Usted misma no dejó al padre de sus hijos por irse a vivir con el hombre que amaba? Un hombre por lo demás cuestionable en muchos aspectos. De guerrillero habría pasado a formar parte de grupos paramilitares y según parece habría tenido negocios turbios en los que el Estado habría quedado mal parado; en otras palabras un hombre con un prontuario bastante extenso. ¿Cuál es su escala de valores? ¿Dónde está el umbral entre la ética y el amor? Y después usted quiere hacerse pasar como adalid de la moral. ¿De cual moral? ¿De veras cree que es portadora de la verdad revelada y única? Porque para mí no existe una verdad, hay infinidad de verdades e infinidad de mentiras. Por si fuera poco, enceguecida por los postulados de sus creencias religiosas, habría sido incapaz de comprender y aceptar las posibles diferencias sexuales de su propia hija. ¿Y aún así persiste en darnos lecciones de moral? ¿Cómo es posible discriminar a alguien a quien se ha traído al mundo porque no piensa ni siente como usted cree que debería hacerlo? ¿De cuándo acá traemos hijos al mundo para que sigan únicamente la senda que supuestamente hemos trazado para ellos? ¿Acaso no traemos hijos al mundo para que sean felices, autónomos, independientes, libres? Usted debería saber algo al respecto; no en vano ha seguido sus propios impulsos afectivos y sexuales. Aunque imagino que en su momento eso debió ser una etapa muy difícil para sus hijos. Pero usted, si algo ha demostrado a lo largo de su vida, es que es una mujer guerrera y en cierta forma autónoma. ¿Por qué le niega ese derecho a cientos, miles, millones de personas? Ahora bien. Dice que nadie debe inmiscuirse en su vida privada. Eso es cierto cuando no se es una figura pública, ni cuando con sus actuaciones se afecta la vida privada de millones de colombianos. Cuando se opta por una carrera política, o se pretende legislar en contra de los derechos de las minorías, o cuando se ejercen juicios de valor que discriminan a las madres solteras, entonces no debe extrañarle que se hable claramente de su familia. Ha debido pensar primero en ella antes de tomar decisiones tan graves como el referendo que pretende imponernos simplemente porque usted practica una religión intolerante, que la aleja del respeto y de la caridad que supuestamente predican los cristianos y los católicos. Usted, si verdaderamente tiene algo de ética, debería no sólo renunciar a seguir adelante con esa cruzada en contra de muchos colombianos, sino renunciar al senado. Personas como usted deberían primero hacer un alto en el camino para reflexionar sobre las equivocaciones que no hacen sino polarizar aún más esta sociedad ya dividida por sesenta años de guerra fratricida, sino para poder ganarse el respeto de su propia hija y por ende el de muchos colombianos que hoy nos sentimos agredidos por usted. Somos los mismos colombianos que nos sentimos agredidos por el procurador y por Uribe, entre muchos otros actores violentos -entre ellos las guerrillas- que ha generado esta sociedad, que con postulados como los suyos, o como los del Opus Dei* -a través de la Universidad de la Sabana- no han hecho sino hurgar en la herida que han abierto al pretender mostrarse como entes infalibles y que están por encima del mal, cuando el mal viene en muchos casos de los discursos violentos que predican en los púlpitos o utilizando los puestos que ocupan como servidores públicos; olvidando, más bien ignorando cínicamente, que Colombia es un Estado de Derecho y laico, así a usted y a Ordoñez, y por supuesto a Uribe o a la Hoyos, les pese. Ojalá no le dé por utilizar cilicios, o por de flagelarse. Más bien busque la forma de aceptar que hay personas que no piensan como usted, ni que sienten como usted, ni que aman como usted. Y recuerde, uno no echa a un hijo de la casa por su condición sexual, ni religiosa, ni política. No estamos en el Medioevo. Podemos conversar y tratar de aceptar las diferencias, así no las compartamos. No instale una nueva Inquisición, así sueñe con ella. Por último, y aunque usted lo sabe mejor que yo, recuerde que los homosexuales nacen de padres heterosexuales y que no siempre son los mejores padres ni los peores, simplemente padres. Lea una vez más las cifras de niños abandonados por los padres, o que viven en familias extensas, o los miles de niños que han sido criados por madres o padres solteros o viudos. O simplemente divorciados como es su caso. Y que negarle la oportunidad de adoptar a los homosexuales es ir en contra de los cientos de niños abandonados por padres heterosexuales. Atentamente, Berta Lucía Estrada Estrada * Pueden ver la respecto: http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2015/02/14/cuando-el-opus-dei-se-mete-en-nuestras-casas/