viernes, 10 de abril de 2015

PIERRE BONNARD, EL PINTOR DE LA EVANESCENCIA

Hace dos semanas estuve en París visitando dos exposiciones, una sobre Velázquez en el Grand Palais y la otra sobre Pierre Bonnard en el Museo de Orsay. // Los dos son pintores que admiro. Diego Velázquez (1599-1660) pertenece a esa especie de genios que no tiene parangón en la historia de la pintura, sobre todo con su cuadro Las Meninas, y Pierre Bonnard (1867-1947), que vivió a caballo entre dos siglos, fue discípulo y protagonista de los movimientos pictóricos que abrieron todas las esclusas para la libertad artística. Los dos son pintores revolucionarios, se atrevieron a hacer escuela y a romper con los códigos estéticos de la época en la que les tocó vivir. Y como soy consciente que cada uno merece una reseña personal hoy voy a hablar solo de Bonnard, a Velázquez lo dejo para otro día. // Pierre Bonnard fue contemporáneo de Toulouse-Lautrec y de Matisse, e hizo parte del Movimiento de los Nabis, vocablo hebreo que ha sido traducido al español como profeta. En este caso los Nabis eran los nuevos iluminados que iban a cambiar la historia de la pintura. // Mucho se ha hablado sobre el carácter supuestamente decorativo de la obra de Bonnard; pero ahora, después de haber visto la retrospectiva que el Museo de Orsay ha hecho de su obra, no puedo estar de acuerdo con esta premisa. // Si bien algunas veces había visto parte de su trabajo no es sino hasta ahora que pude contemplarla con otros ojos; entre otros aspectos porque muchos de los cuadros allí expuestos hacen parte de colecciones particulares y nunca habían participado en una exposición de tanta envergadura o simplemente nunca habían sido expuestos al público. // La retrospectiva muestra a Bonnard a través de todo su ciclo pictórico y descubre una filosofía muy personal que será el hilo conductor de toda su obra. Podría decirse que en un sentido clásico Bonnard está muy cerca de Vermeer de Delft o de Pieter de Hooch, en cuanto a la representación de cuadros intimistas se refiere, des huis-clos, o sea de espacios cerrados, de esa vida que llevamos de puertas para adentro en nuestros hogares. Y es que Bonnard va a pintar una y otra vez a Marta, su esposa. La vemos en la bañera, en el umbral de una puerta, o en el comedor de la casa, o en el jardín; todas sus poses son íntimas. Esta característica se vio influenciada por la fotografía, ya que Bonnard tomaba fotos desde 1890. Es decir, entendió que podía atrapar el tiempo con la cámara fotográfica y con la pintura. Algo que Degas ya había comenzado a hacer años antes, sobre todo con sus pinturas de las bailarinas de ballet. Este deseo de fijar el tiempo es lo que hará luego Proust, al menos en cierta forma, en su obra En búsqueda del tiempo perdido.
Por otra parte, Bonnard fue uno de los pintores que más escudriñó en las estampas japonesas que se habían puesto de moda desde mediados del siglo XIX; hasta el punto que ha sido llamado El Nabi Japonés. Hay una característica que vale la pena tener en cuenta, sobre todo en las representaciones de Marta en la bañera, en las que Bonnard utiliza la perspectiva japonesa. Me refiero no a la profundidad de campo que daban las cámaras negras, sino a la visión de los japoneses de mirar hacia abajo desde un ángulo alto o vista aérea, en surplomb, como lo llaman los franceses. No hay que olvidar que los japoneses, o al menos hasta hace relativamente poco tiempo, hacen su vida sentados en el suelo, lo que da una mirada completamente diferente del entorno. No es lo mismo mirar alrededor cuando se está sentado en un silla que cenar en una mesa a ras del suelo y sentado en una esterilla. Esa otra forma de ver el mundo, hacia arriba o hacia abajo, y del que Hokusai era un gran Maestro, fue algo que sorprendió a Los Impresionistas y a los pintores que vendrían después, como Los Fauvistas o Los Nabis.
Recuérdese que es el color el protagonista de Los Fauves. Los colores cálidos no hacían sino recordar el fauvismo, del francés fauve, fiera en español, movimiento pictórico que Matisse había llevado hasta sus más altas representaciones. No hay que olvidar que es gracias al color vivo, sobre todo el rojo, considerado para la época como violento y provocador, que los Fauves se darán a conocer en el Salón de los Independientes de 1905. Entre ellos estaba, a parte de Matisse, Vlaminck, Derain, Marquet et Van Dongen. Y es Luis Vauxcelles, un crítico de arte, que los llamó la jaula de las fieras. Con esta denominación buscaba mofarse de esta nueva forma de concebir el color como protagonista de la composición pictórica, que relegaba al dibujo a un segundo plano o lo desaparecía por completo, que el grupo va a denominarse Fauve. Y Bonnard se sumará por algún tiempo a esta orgía de color, para luego llegar a una paleta pastel, casi transparente.
Esta transparencia la logra con la maestría que alcanza con la utilización de la luz. Es una luz etérea, como si saliese de un sueño, lo que da al cuadro un aire de irrealidad permanente. También es cierto que al instalarse en 1927 en Cannet, en la región del Midi francés, la luz tenía por fuerza que tomarse sus pinturas. Es ella la verdadera protagonista de su obra. Como lo fue Marta, su esposa y su musa. Pero ella no fue la única mujer que Pierre Bonnard amó ni que pintó varias veces, ya que tuvo una relación amorosa con Renée Monchaty. Ella se suicidó dos meses después que Pierre contrajera matrimonio con Marta. Es muy posible que esta tragedia haya dejado una herida muy honda en el artista. De ahí a pintar lo evanescente, la evocación, no había sino un paso. Máxime que poco a poco Marta iría ahogándose en un delirio que la alejaba cada vez más de la realidad. Ella murió en 1942. Es muy posible que Pierre Bonnard haya vivido los cinco años que le quedaban en paz. La misma que le había sido arrebatada por la enfermedad de su esposa.
Al salir de la exposición lo hice completamente alucinada, pero no era un sentimiento mío solamente, ya que mis acompañantes salieron también con la sensación de haber vivido una experiencia que raras veces tenemos en una exposición de arte.

lunes, 6 de abril de 2015

LA COMADRONA DE KATJA KETTU: LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN VISTOS POR UNA MUJER

Katja Kettu (Finlandia 1978) es una escritora sin par. Me he leído La Comadrona (Alfaguara 2014) prácticamente de un tirón. Es una obra sobre el amor y la guerra. Aunque sería más acertado decir que es un descenso a los infiernos, un viaje a las profundidades del delirio que nos acosa en épocas de enfrentamiento bélico. En el 2011, año de su publicación, no solo fue el libro más vendido en Finlandia sino que obtuvo varios premios. Premio Kalvei-Jäntti 2011, Premio Runeberg 2012, Medalla Kiitos Kirjasta 2012 y Book Bloggers; y por si fuera poco Katja Kettu es considerada como una de las más grandes re-creadoras de la literatura finlandesa. Fuera de escritora es artista, pertenece al grupo punk Confusa, y es profesora de guiones cinematográficos.// La autora de La Comadrona logra retratar en toda su dimensión la crueldad humana. En su obra no hay individuos buenos, sólo una masa informe que trata de salvarse a como de lugar. Sus personajes son la radiografía de los más bajos instintos que salen a flote en situaciones de supervivencia. //
La obra se desarrolla en un campo de concentración nazi en tierras laponas y narra la extraña historia de amor de una campesina, Ojo Salvaje, que trabaja como comadrona, y de Johann Angelhorst, un oficial alemán. La novela se sitúa en los meses previos a los enfrentamientos entre Finlandia y Alemania y a los primeros meses de la Guerra de Laponia. Su encuentro es bastante peculiar por decir lo menos. La primera vez que Johann Angelhorst se cruza con Ojo Salvaje observa, poco menos que alucinado, que ella tiene un cordón umbilical que le cuelga de la boca, ya que acaba de atender un parto y ha cortado el cordón con sus propios dientes. La mirada que recibe por parte del oficial, que es también fotógrafo, es la mirada de un macho que busca una hembra. Ella siente su olor mezclado con los propios efluvios de su cuerpo y del cuerpo que acaba de dar a luz. Desde ese momento ella se dirá que si logra ser amada por él no necesitará buscar otro hombre. Al respecto Katja Kettu ha dicho: « El tema más importante de la novela es conseguir el amor. Personalmente solo he estado enamorada una vez. Cuando le vi por primera vez me prometí a mí misma que si podía conseguir a este hombre ya no pediría ninguno más. Quería incluir esta experiencia en la novela.» Esta cita da la clave para entender aun mejor la personalidad profundamente emocional de Ojo Salvaje. Ella no es una mujer racional, la mueven las pasiones, se doblega ante ellas, cueste lo que cueste.// La Comadrona es también una denuncia feminista en toda su dimensión, ya que hurga en esa herida que es la utilización de la mujer como arma de guerra. Al mismo tiempo que se la viola, y se la reduce a la nada, se reduce al pueblo o a la comunidad a la que pertenece. Violar a las mujeres en épocas de guerra es destruir el tejido social al que pertenecen. Eso lo saben todos los ejércitos del mundo. Entre ellos las FARC o ELN o los grupos paramilitares o el ejército colombiano. Una mujer violada por el enemigo es una mujer considerada traidora. Ahora, si ella se enamora del hombre que pertenece al bando enemigo, es tratada aún peor. No hay que olvidar que después del Armisticio las mujeres que habían sido amantes de los oficiales alemanes fueron insultadas en la calle, arrastradas por el suelo, golpeadas y luego se les rapó la cabeza; así durante varias semanas, o algunos meses, eran objeto de la furia de sus conciudadanos. Y las mujeres que vivían en comunidades pequeñas incluso fueron expulsadas de sus casas y de sus pueblos. // Un gran acierto del libro es el rescate de las tradiciones orales de los pueblos lapones, de sus costumbres, de sus creencias. Es un fresco de la sociedad de la primera mitad del siglo XX en las tierras del norte de Europa. Otro acierto es el de hurgar en la memoria histórica y mostrarnos una herida que para muchos de nosotros era completamente desconocida.// Desde el punto de vista narrativo yo diría que es un libro muy bien construido. Hay dos voces narradoras, la de Johannes y la de Ojo Salvaje; y de cuando en cuando se mezcla la voz de un hombre muerto y algunas cartas que van apareciendo a lo largo del relato. // En cuanto al manejo del tiempo habría que decir que es una especie de rompecabezas bastante elaborado. Hay un juego temporal que obliga al lector a estar atento para poder entender la trama que Kettu le plantea. Es un juego sutil e inteligente.// Su lenguaje es directo y muchas veces bastante crudo, ya que la autora tiene claro que Ojo Salvaje es una campesina sin educación y que ha llevado una vida llena de carencias en todos los aspectos y que se ha visto enfrentada no solo a un clima de gran rudeza sino a una sociedad que la ha excluido desde siempre. En cuanto al oficial de la SS está acostumbrado al lenguaje procaz y vulgar de los militares. Es un hombre roto por dentro y adicto a las drogas. La narración se hace en primera persona, lo que ayuda a sumergirse mas en los laberintos psicológicos de los dos personajes principales. Desnudan sus sentimientos como si estuviesen solos ante un espejo. Ellos son sus propios jueces y sus propios verdugos, por lo que no se hacen concesiones a sí mismos. El resultado es un lenguaje descarnado y una trama que bucea en el infierno personal de cada uno de ellos. // En cuanto a las violaciones, o los experimentos que se hacen dentro del campo de concentración, o los múltiples asesinatos que se cometen a diario, habría que decir que si bien el lector entiende muy bien de que se trata, las descripciones siempre son soslayadas, no se asiste a ellas de una forma directa; lo que me parece que es otro acierto de La Comadrona. // Por último quisiera decir que no es una lectura fácil y que no creo haber entendido toda su complejidad; aun así soy consciente que es un libro de gran envergadura, que vale la pena ser leído y que enriquece la biblioteca personal; posiblemente estoy ante una obra que será considerada un clásico del siglo XXI. // Reseñas de La Comadrona que Alfaguara trae a colación : «Una gran novela. Una historia de amor aderezada con una pizca de realismo mágico y puñados de durísimas verdades... Kettu sirve un plato de entrañas bien caliente: aterrador y fascinante.» Jurado del Premio Runeberg // «Una obra maestra.» Raili Kettunen, Kotimaa (Finlandia) // «Sorprendentemente maravillosa... Una increíble experiencia de lectura.» Turun Sanomat (Finlandia) // «La ferocidad del amor podría ser un buen título para la novela de Katja Kettu. Todo es feroz en este libro, también el estilo. Un libro que no se olvida, gélido e incandescente, brutalmente pasional.» Marilia Piccone, Wuz.it (Italia) // «Una novela asombrosa con un alma descarnada y una energía liberadora. No me sorprendería que acabara convirtiéndose en un clásico.» Cecilia Nelson, Göteborgs-Posten (Suecia) // «Una descripción cruda y desnuda de qué puede hacer la guerra con el ser humano y dónde puede llevarte el amor.» Adresseavisen (Noruega) // «Puedo afirmar que tengo entre las manos uno de los libros más exitosos e importantes del año. Me atrevo a compararlo con Purga, de Sofi Oksanen. Así de grande es.» Seppo Puttonen, Ykkösen Aamu-tv (Finlandia) // «Una de las novelas más profundas que he leído en mucho tiempo… Rebosa sensualidad y nostalgia. Es hipnótica, no puedes apartarte de ella.» Annina Rabe, Svenska Dagbladet (Suecia) // «No es un libro que se lea, es un libro que se vive hasta el último aliento. Es imposible salir indemne de él.» Dagens Nyheter (Suecia) // «Leer La comadrona es una experiencia asombrosa, que oscila entre el horror y el fervor.» Smålandsposten (Suecia) // «Impresionante por su tono, por la trama, por el lenguaje… Una historia que llega a todos los confines, de la tierra y de la humanidad. Un libro fascinante.» Marie-Paule Caire, Parutions.com (Francia)