miércoles, 7 de junio de 2023

MI HUMILDE HOMENAJE A MADAME DE SÉVIGNÉ

MI HUMILDE HOMENAJE A MADAME DE SÉVIGNÉ:
VISITA AL CASTILLO DE GRIGNAN (LA DRÔME PROVENÇALE-6.06.2023)
Grignan es un pequeño pueblo de sólo 1633 habitantes, aunque su historia se remonta a la época prehistórica, luego fue un asentamiento galorromano y es solo a partir de la Edad Media (s X), con la construcción de una fortaleza, que comienza a tener importancia como pueblo propiamente dicho. En 1106 existe ya un pequeño castillo alrededor del cual comienzan a agruparse varias casas y en 1135 encontramos a Rostaing de Grignan, el primer propietario de castillo en cuestión. Luego, en la segunda mitad del s XII el propietario será Adhémar de Monteil.
Posteriormente, entre 1478 y 1495, Gaucher Adhémar, quien estaba a servicio de Luis XI, hace trabajos de ampliación del castillo familiar. Su hijo, Luis Adhémar, embajador de Fancisco I, recibe la visita real en su castillo; en la que hoy se conoce como Chambre de François I.
En el siglo XVI el castillo emprende la construcción de una enorme terraza; para que ésto fuera posible la familia señorial tuvo que pedir una bula papal puesto que una parte de la esplanada se construyó encima de la Colegiata de Saint-Sauveur; la iglesia que guarda los restos de Madame de Sévigné. En ese mismo siglo, más exactamente entre 1551 y 1556, se emprende un trabajo colosal; me refiero a la fachada renacentista que le dio al castillo la posibilidad de abrir enormes ventanas, algunas veces desde el suelo hasta el techo; no hay que olvidar que se trata de techos de hasta 4 metros de alto. Esta nueva concepción, procedente de Italia, permite a los castellanos tener una mejor iluminación natural en sus estancias y una mejor aireación.
El 29 de enero de 1669, François Adhémar de Monteil de Grignan contrae nupcias con Françoise-Marguerite de Sévigné, una de las hijas de Madame de Sévigné. La correspondencia epistolar entre madre e hija va a durar casi tres décadas y será muy importante, sobre todo para las Letras francesas; aunque Madame de Sévigné jamás imaginó que después de su muerte, acaecida a causa de la viruela, su correspondencia privada iba a ser del dominio público. Una gran paradoja para una mujer, qué si bien era enormemente culta, nunca pretendió ser una escritora aunque haya tenido uno de los Salones Literarios más importantes de su época; en él recibía a escritores de la talla de La Fontaine o de La Rochefoucault; y por supuesto, a su gran amiga Madame de La Fayette, la autora de Madame de Clèves, libro inspirado precisamente en Madame de Sévigné; hermosa forma de honrar la amistad. Algo que nos narra muy bien Benedetta Craveri (nieta de Benedetto Croce) en su soberbio ensayo La Cultura de la Conversación (publicado en español por el FCE y por Siruela).
Cabe recordar que Madame de Sévigné no estaba en el lado correcto de la historia; por una parte era jansenista, una corriente religiosa prohibida y perseguida por Luis XVI; y por otra era amiga cercana de su ministro de finanzas, me refiero a Fouchet; el mismo que durante años robó las arcas del rey para construir su castillo Vaux-le-Vicomte; castillo que da origen a Versalles.
En el siglo XVII se hacen otros trabajos de ampliación en el castillo que nos ocupa.
A la muerte del Conde de Grignan, su hija Pauline, quien vivía en el castillo de Simiane de Valréas (hermosa y pequeña ciudad donde yo vivo actualmente y a solo 9 km de Grignan), se ve abocada a responder por las deudas colosales que heredó de su padre; y para hacerles frente debe vender no sólo el castillo sino el mobiliario, los objetos de arte y todo lo que tuviese algún valor monetario. Algunas cartas de su abuela escritas a personas diferentes de la familia ya habían sido publicadas por su primo y confidente Bussy-Rabutin, en vida de Madame de Sévigné. Y aunque todo el mundo suponía que ella era su autora nunca quiso reconocerlo; es así como su estilo personal va a ser admirado y copiado. Entre las personas que escribió sobre su estilo elegante, refinado y en cierta forma audaz, está Saint-Simon; lo que corrobora hasta qué punto los personajes de la época quedaron sorprendidos por la pluma de esta excelsa escritora. Una pluma por lo demás poseedora de un perfecto equilibrio entre el pensamiento y la forma, entre la razón tan cara a los franceses y el sentimentalismo de una madre que vive lejos de su hija bien amada.
Es así como el editor Perrin contacta a Pauline y ella acepta vender la correspondencia de su abuela; aproximadamente unas 700 cartas. En total serían 1120 cartas que la Marquesa de Sévigné habría escrito, algo que no está comprobado. Como no todas eran publicables, puesto que se tocaban asuntos privados de la familia o bien “chismes” de gente conocida, Pauline copia y edita con su propia mano las cartas que no deben ser conocidas en su totalidad; otras son editadas por Perrin. Madame de Sévigné se convierte en una de las plumas más respetadas y admiradas de las Letras francesas; no en vano forma parte de los clásicos de La Pléiade; la cual se basó precisamente en las ediciones Perrin.
Si algún día van a París, y si desean saber un poco más de esta inconmensurable escritora, pueden ir al Museo Carnavalet donde podrán encontrar varios objetos que fueron de su propiedad. Incluso en 1976 el grabador Raymond Joly realizó un medallón con su efigie; el original precisamente es conservado en dicho museo. Lo que me hace recordar que la imagen de Safo fue impresa en monedas durante la época romana. No a todas las escritoras les es dable un reconocimiento y un honor como éste. En cuanto a la tumba de Madame de Sévigné cabe decir que fue violada en 1793 durante los tiempos tumultuosos de La Revolución Francesa.
Y precisamente es en este período que el castillo es literalmente desmontado y vendido por partes; hasta el punto de dejarlo literalmente en ruinas.
En 1912 una rica heredera llamada Marie Fontaine va a restaurar una gran parte del castillo; tarea que va a emprender desde 1913 hasta 1931; ella muere en 1937 y lo lega a su sobrina quien lo va a ocupar hasta 1979 cuando lo vende al Consejo General de la Drôme; por otra parte, el castillo ya había sido declarado monumento histórico desde 1947. Hoy en día alberga un mobiliario muy importante que pertenece también a los museos de Suze la Rousse y de Montélimar. Además, posee una colección de los tapices de D’Aubisson; algunos de los cuales muy posiblemente estuvieron colgados en la habitación del Conde de Grignan, el padre de Pauline de Simiane.

1. Grabado del castillo de Grignan correspondiente a la época de Mme de Sévigné.




La habitación De Francisco I, la misma donde murió Mme. de Sévigné.



Habitación del Conde de Grignan: Las habitaciones privadas eran el centro de recepción de los invitados, allí hablaba de diferentes temas, entre ellos literatura, también podían comer, ya que el comedor, tal y como lo conocemos hoy en día, no existía. Previa a la habitación privada estaba otra conocida con el nombre de "antichambre"; allí permanecían los invitados, a veces durante largas horas, antes de ser recibidos por su anfitrión.



Retrato de Marie F.ontaine.



5. El gran salón que servía a Marie Fontaine como comedor; allí recibía alrededor de 50 invitados.



Retrato de Luis XIV. Esta pintura es una copia de las muchas que circulaban en la época; ya que cada castillo debía tener un retrato del rey.



Retrato de La Grande Demoiselle, prima hermana de Luis XIV; en dicho retrato resalta la gran pluma que tenía en su mando derecha; un símbolo de su oficio de escritora. Algo que nos relata muy bien Benedetta Craveri en el libro anteriormente mencionado.



Fachada renacentista del Castillo e Grignan; en la foto puede observarse la media torta que se instala cada año para el Festival Nocturno que se lleva a cabo durante el período estival.



Una foto del maravilloso paisaje que rodea al pueblo y al castillo de Grignan.





Parte de las ruinas del castillo.



Una foto mía al lado de las ruinas.



Grignan.




El hermoso lavadero comunal. Los lavaderos comunales aparecieron en los pueblos franceses a finales del siglo XVIII.



Una foto mía rindiéndole tributo a Mme. de Sévigné.