lunes, 24 de octubre de 2022

YO SÉ PORQUÉ CANTA UN PÁJARO EN SU JAULA, DE MAYA ANGELOU Y LA IDENTIDAD, DE MILÁN KUNDERA


 Libros leídos en estos últimos cuatro días:

1. Yo sé porqué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou:
Debo confesar que a pesar de conocer su nombre hace mucho tiempo nunca la había leído. Pues bien, tuve la oportunidad de leer esta obra con la que da inicio a su autobiografía (7 libros en total) y tuve esa íntima y hermosa sensación que es la alegría profunda que me alberga cuando leo a un buen autor. En este caso a una excelente escritora.
Hace dos semanas apenas había escrito un breve ensayo sobre Los años de Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022, y ahora creo que ese libro de Ernaux no hubiese podido ser escrito sin el trabajo de Angelou; al menos no como Annie Ernaux lo concibió. A lo mejor me equivoco y ella nunca la ha leído; sin embargo, yo diría que Angelou podría ser su mentora principal, por lo menos para Los años.
En Yo sé porqué canta el pájaro enjaulado (1969), Maya Angelou nos cuenta con una profunda y hermosa sensibilidad su infancia y su adolescencia en los años 30, 40 y 50 del siglo pasado. Con agudeza intelectual, y poco usual, nos narra el racismo sistémico de EEUU en el que creció y al que inevitablemente tuvo que confrontar en toda su brutalidad; así durante años su abuela paterna la hubiese protegido del mundo de los "blancos". También analiza su llegada a la pubertad y nos hace partícipes de su primera y única relación sexual que la dejó con un hijo en brazos; una relación que ella misma buscó con la idea fija de perder la virginidad. A través de sus 343 páginas conocemos su difícil, ambivalente y dolorosa relación con sus padres y también somos testigos de la complicidad y del amor que la unen a Baxter, su único hermano.
Yo sé porqué canta el pájaro enjaulado es una obra histórica y sociológica. Una obra que desnuda a la sociedad estadounidense y que la pone en frente de sus propias pesadillas.
Una lectura altamente recomendada
2. La identidad, de Milán Kundera:
A Milán Kundera lo leo desde hace cerca de 40 años, lo que me ha permitido acercarme a varios de sus libros. El último de ellos fue La identidad (207 páginas). Como todas sus obras esta es una narración bastante psicológica y escrita con esa pluma ágil que caracteriza a toda su obra. Si hay algo que siempre he admirado en el mundo de Kundera es la facilidad con la que se lee aunque su universo se sumerja en toda la complejidad de la condición humana. Algunas veces me ha sucedido decirme a mí misma: -esto que narra me pasó a mí. Solo que yo nunca habría podido escribir un texto sobre el episodio que me cuestiona, al menos no con la profundidad y asertividad de Kundera.
La identidad (1997) es un libro muy diferente a los que ya había leído; algunos incluso hasta tres y cuatro veces. Yo diría que en cierta forma La identidad es una novela negra; así no haya un crimen en el sentido literal de la palabra. Y aunque posee la magia del sello personal de Kundera está muy lejos de tener la gran calidad literaria de su trabajo precedente.
Además Kundera no supo terminarla a tiempo. Me explico, cuando llegué a la página 161 (al final del capítulo 39) pensé que era justo en ese momento que el "polar" debía terminar. Creo que un final abierto hubiese sido mucho más interesante y enriquecedor para la obra. Sin embargo, Kundera alarga la narración en 47 páginas que le restan calidad a la totalidad de la obra en cuestión. Esto me hizo pensar que aunque él sea un genio de la literatura también comete errores al momento de crear y que lastimosamente los editores o bien lo obligan a escribir unas páginas de más o bien no osan decirle que corte las que sobran.

domingo, 16 de octubre de 2022

El poder de la evocación en La casa de agua, de Ivonne Gordon

 El poder de la evocación, de un mundo que solo existe en nuestros recuerdos, es un exorcismo que la poeta Ivonne Gordon hace a través de la palabra. A través de ella convoca las imágenes diluidas en el tiempo y arrasadas por el agua. Casa de Agua (Ediciones Valparaíso, 2021), ganador del I Poeta en Nueva York, Ediciones Valparaíso, USA, en edición bilingüe, es un hermoso poemario que hurga en la memoria y en el dolor que conlleva todo exilio.

Casa de agua es el título de este poemario que convoca las imágenes de la infancia perdida, de una casa y de un país arrasados por la furia del mar. Una casa que otrora fue guarida, refugio -hogar visto como chimenea-fuego-calor-acogida-, y que ahora solo existe en los recuerdos vagos de la poeta, léase elegida, para que su imagen se conserve. La poeta la llama y se da cuenta que “ya no escucha”, el agua la dejó sorda; por eso se sumerge en el mar donde encuentra “los floreros de cristal de Bohemia” de la abuela; una hermosa forma de reencontrarse con los orígenes y al mismo tiempo una estrategia para traer de vuelta a esa abuela sabia que tejía el alba, la aurora; en otras palabras, unía los hilos de la luz y del comienzo.

 

En el fondo del mar, en el Hadal,

entre algas y corales encuentro los muebles de la casa

que fueron arrastrados,

me topo con los floreros de cristal de Bohemia

cucharas de plata que traía la abuela

a las nietas el día de su nacimiento,

la abuela sabía de alquimia antes de la escarcha del amanecer. (Poema: Ha ido quedando sorda)

 

Y cuando el comienzo desapareció tras el exilio de los habitantes de la casa ni siquiera los pescadores supieron cómo rescatar los muebles que hasta las gaviotas rechazaban

 

La casa se fue quedando sorda… se hundió en el mar… los pescadores no tienen idea / lo que pasa con esta casa, y por consecuencia, /algunos muebles se ahogan. (Poema: La iniciación de la harina)

 

Y antes, mucho antes, que la casa se fuese al fondo del mar, cuando sus habitantes se fueron por caminos de fango llevando el olor de la casa en una flor y sintiendo el peso de las piedras en los zapatos roídos por el tiempo, se dieron cuenta que siempre serían extranjeros como lo fueron sus abuelos.

 

descansamos de nuestro viaje de un país a otro

somos extranjeras en todas partes

cada paisaje es una inútil pared (El viaje al país de los cangrejos)

 

El exilio es una segunda piel, es el alma del errante del que perdió su casa y del que fracasó buscándola. 

 

… Somos casa de agua

somos territorios falaces,

somos la ciudad de agua, el instante somos el reflejo de la abuela, el almíbar de su dulce de higos, de 

guayaba, somos sales

somos agua (Poema: Perejil)

 

En ese mismo poema leemos.

 

conocí mi primer territorio de agua en tu vientre

 

Cuando la poeta se adentra en las profundidades del mar, en busca de su antigua casa, se nos devela un gran enigma, el de un viaje iniciático que rastrea las huellas de sus orígenes. Lo que me lleva a pensar en dos obras soberbias de la literatura hispanoamericana: El viaje a la semilla de Alejo Carpentier e Informe sobre ciegos; me refiero a esa nouvelle que está inmersa en la novela Sobre Héroes y Tumbas de Ernesto Sábato. Ese viaje al que hago alusión lo vemos y lo sentimos en el poema Antes del doblez:

 

El silencio se dispersa, el tigre agita la cola

la loba aúlla entre las paredes,

me acerco con cuidado

a la casa parturienta que me dio los ritos ambulatorios, viene hacia a mí, llega con presagios de ladrillos 

con viajes para los iniciados en la buhardilla de agua.

 

Casa de agua es, por lo tanto, un trabajo de arqueología ontológica que nos permite, muy posiblemente, descubrir de dónde venimos y para dónde vamos.

 

entro a esa casa que teje su propia penumbra,

y voy avanzando hacia ti. Te veré en otro cuarto,

la eternidad no puede existir sin ti.

Me recibes sin asombro, en un día imparable

cierras las puertas, y entra la colmena oscura desde afuera 

nada es verdadero cuando viene desde afuera

 



Y en El paraíso sin equipaje ese viaje iniciático se nos revela como el anhelado regreso a Ítaca:

 

Me encuentro resguardada dentro de cajones de lluvia para que el poema sea la Ítaca

 

Y en El tétano converso duerme, Ítaca se hace presente, no como sueño o evocación sino como ese faro que siempre está encendido a la espera del hijo que se ha ido.

 

(El sol se disolvía en la isla de Ítaca

con sus casas blancas, y puertas azules) las miradas clandestinas de las viudas se perdían al divisar

a través de ventanas el ruido del mar,

el viento soplaba en mis ojos

mientras los pasos de la luz de los faros navegantes se quedaba atrás

con rabia azul. 

 

Y en el poema De manera inocente nos encontramos de nuevo con ese amanecer como posibilidad de comienzo:

 

Con un paraguas empapado de agua averiguas tu origen, 

juegas con todas las posibilidades en la ciudad de agua no quieres perder la esperanza

que un día fuiste pez,

y que todas las ventanas de tus branquias se abrieron para abolir la soledad de los humanos, y poder encender el amor en todas las bestias que buscan el agua salada 

en una cucharada de miel antes del amanecer. 

 

El reencuentro con esa primera existencia, la del pez, es un láudano que mitiga la pesadumbre de esta nueva existencia abocada a la soledad; incluso le permite a la poeta abolir el tiempo y a hacer un trato con “la tejedora infiel”. Y al mismo tiempo le permite respirar con sus branquias recuperadas de una existencia asaz lejana; aunque eso la obligue a pagar un óbolo para hacer la travesía del Estigia en la barca de Caronte. 

 

La moneda aparece en la mano de la tejedora infiel, y como mortal codiciosa, cruzo

en la barca de Caronte para ser perdonada

por los dioses 

y volver a la casa contenida en el pecho 

Para volver a nacer

necesito escoger entre el olvido y la memoria

que se encuentran dentro de la melancolía de un pez. (Cruzar el suspiro)

 

También la obliga a escoger entre Leteo y Mnémosine:

 

Cruzo el río para volver a la ciudad de agua / debo pisar las huellas y elegir entre Leteo Mnemosine.

 

Al escoger a Mnémosine aprende a 

 

…a no morir por nuestra propia boca

 

Y descubre

 

…el huerto de manzanas de la inmortalidad,

estamos dentro y fuera del agua (Poema: Parque de perros)

 

Al escoger la inmortalidad la presencia de la abuela se hace tangible en ella:

 

la abuela canta plegarias,

mientras con paciencia va lavando 

la memoria de una condena. (Poema: El ascensor del cielo)

 



Lo que le permite “recoger pedacitos de mis seres amados”; la poeta es “la escogida” por la figura totémica de la abuela para que siga su oficio de recolectora de la memoria.

Y en Claros de polvo se convierte en contemporánea de todas 

 

Las madres y las abuelas (que ) conversan sobre el paso del tiempo …/donde el polvo vuelve al polvo, donde las agujas de los huesos se rompen 

 

La poeta asume el riesgo de sentarse con las tejedoras del tiempo; las mismas que al tejer un hilo luego lo rompen y lo trituran. Hasta que “el mar () centellea sin posibilidad de robo”

Y en Geografía austral ejerce con ellas “la memoria del agua / después de cada rezo”.

En Acaso demasiado presta, y gracias a un epígrafe de Kavafis -“Ítaca te brindó tan hermoso viaje. / Sin ella no habrías emprendido el camino”- recuerda una vez más la Ítaca que la instó a emprender el camino hasta encontrarla. Aun así es consciente de la inutilidad de su viaje:

 

Por qué obstinarse en algo que no existe, / el paso del tiempo es invisible, / es un robo del fruto verde del mar. 

 

Y en El dulce olor Ítaca es el espejo donde se contempla a sí misma y donde se contempla su hermana, ese otro yo indivisible y que permanece pegado a nuestros cuerpos como otra piel.

 

Fuimos juntas al mar a recoger estrellas de cuatro vientos 

y cangrejos oscuros. Nos une el mar y el escándalo 

de nuestros pies andinos 

donde fuimos a la fiesta de la nada 

donde bebimos el agua verde de la ceniza 

que se escurre 

porque tú eres tú, y yo soy yo 

en nuestra imagen y semejanza 

cruzamos el territorio del escándalo 

en el otro rostro de Ítaca. 

Nos une el escándalo del betún y del crepúsculo.

 

Lo que quiere decir que el viaje no fue en vano y que bucear en las profundidades marinas y que luchar en contra de los monstruos que lo habitan, blandiendo como una única arma un peán (Παιάν), finalmente deja una leve sensación de victoria; pero victoria al fin y al cabo.

 

imagino 

la divinidad 

de las rosas acariciando el viento, 

imagino 

las rosas mirándonos, 

mi vuelo 

está envuelto en papel periódico 

quiero ser discreta con el hechizo, 

me llevo fugitivamente la palabra secreta en una servilleta blanca, 

abrazo la cola de un delfín 

para viajar al lugar donde se oculta el fuego.

 



Y en Monólogo del azar, el poema que cierra este círculo deCasa de agua, leemos:

 

La memoria es una invención.

 

Ha sido largo el viaje por errar un minuto, 

nadie sabe si nací acaso,

o si es el tiempo de la nada. 

Nadie sabe por donde he caminado, nadie sabe 

de todas las muertes que he vivido,

todas las vidas que he inventado

de todas las memorias que he descreído 

por la noche

cuando me olvidé de mi nombre,

cuando me olvidé de mis mayores, de mi sangre, 

cuando me olvidé de todo

cuando inventé todo

entonces puedo en ese lugar invisible

declarar

nada, nunca nada, todavía nada 

 

esa es la victoria de una casa ensimismada en el agua.

 

¿Acaso Mnémosine, la diosa de la memoria, fracasó en su intento de recordar y de recordarnos el mundo y la existencia? ¿Somos los seres humanos simples pesadillas de dioses fracasados? ¿Acaso seguimos condenados por Némesis a contemplarnos eternamente en un espejo de agua por haber rechazado a la ninfa Eco que nos esperaba escondida detrás de los olivares? Preguntas que Ivonne Gordon va posiblemente a elucidar en un próximo poemario.

Chapeau, Ivonne Gordon!

jueves, 13 de octubre de 2022

LAS MALAS, DE CAMILA SOSA VILLADA

                                            LAS MALAS, DE CAMILA SOSA VILLA

Berta Lucía Estrada Estrada

Crítica Literaria

Hace dos años, en el 2020, conocí a la escritora trans Camila Sosa Villada cuando obtuvo el premio Sor Juana Inés de la Cruz con su novela Las Malas; después vi una entrevista que le hicieron y luego no volví a pensar en ella hasta hace apenas cuatro días cuando compré su libro traducido al francés por Laura Alcoba, una muy buena escritora argentina que vive en Francia desde los nueve años y que publicó un libro excelente titulado La casa de los conejos y sobre el cual hablo en mi libro ¡Cuidado! Escritoras a la vista… (BLE Ediciones, 2009) y que pueden leer en versión integral y gratuita en el siguiente vínculo:
Y es precisamente porque ya conocía a Laura Alcoba que decidí leer el libro de Camila Sosa Villada en francés puesto que su bilingüismo y su oficio de escritora son una garantía de un buen trabajo; y debo decir que no me defraudó. Disfruté cada párrafo como si lo leyese en castellano. Cabe decir que Les Vilaines (Éditions Métailié- Colection Points) obtuvo el Gran Premio de la Heroína Madame Figaro en la categoría de novela extranjera en el 2021; y Laura Adler, periodista de France Inter, escritora y gran lectora, dijo sin ambages: “¡Bravo por este libro magistral, poético, humanista, filosófico y a la vez una gran novela de amor!”.
Las Malas es un movimiento telúrico de gran magnitud cuyo epicentro, a pocos milímetros del suelo, es la violencia desatada en toda su dimensión. Las Malas es un libro difícil de clasificar en un solo género; sin embargo, me atrevo a decir que es una autobiografía novelada, y al mismo tiempo es un libro que desnuda a la sociedad católica y heterosexual y que pone en evidencia la terrible violencia que ejerce en contra de las minorías sexuales como son los travestis (Camila, el personaje central de la obra, se define a sí misma no como trans sino como trasvesti; incluso en una entrevista rescata esta palabra y la pronuncia con orgullo). Y si hablo de violencia es porque esa es la columna vertebral de este libro sorprendente en todos los aspectos, exquisito en el manejo del lenguaje, profundamente poético y a la vez descarnado, brutal sin llegar jamás a ser obsceno; y si bien sus escenas de sexo también son muy fuertes tampoco puede decirse que se trate de una obra pornográfica; al menos no para mí. También es una novela que navega en la ficción e incluso en el surrealismo; me refiero a la transformación de María la sordomuda (así la llaman; es decir, no hay coma entre su nombre “María” y entre el artículo y el sustantivo que lo acompañan) en pájaro. Pienso también en Natali cuando cada mes se transforma en una loba que le aúlla a la luna llena.
La violencia se ejerce de múltiples formas; a saber: física y verbal, económica y social. Las Malas son un grupo de mujeres trasvestis que se prostituyen en un parque donde están sometidas a todos los vejámenes posibles; tanto desde los clientes que les pegan o las asesinan a golpes o a cuchilladas como por la violencia de la policía que también las golpea las roba y las viola. No en vano Camila, el personaje de la novela, dice: “A partir de ese día (cuando tres policías la violaron cuando tenía solo 16 años) mi cuerpo tuvo otro valor. Dejó de ser importante. Se convirtió en una catedral del vacío”. En el parque se teje la amistad y también se consumen alcohol y drogas en grados rabelesianos. Y por supuesto, está la mirada de los vecinos que transitan en el día y que las miran como si fuesen monstruos que hay que pisotear y destruir. Camila también sabe que ser travesti puede ser una fiesta, una fiesta eterna, siempre y cuando se acepten los códigos impuestos por la sociedad. Y esos códigos son la exclusión y la violencia ya mencionada.
Y también hay otra violencia soterrada y que carcome los huesos, los muele y los vuelve polvo; me refiero a la soledad. A la falta de amor. Si bien entre ellas mismas se sostienen y se ayudan, también saben que esa amistad es muy frágil y que en cualquier momento puede desaparecer bajo los puños cerrados que rompen la boca y vuelan los dientes.
También hay otra violencia, y es la que ellas mismas infligen a sus propios cuerpos. En una sociedad que ha convertido el cuerpo de las mujeres en objetos de placer, ellas, las trasvestis, en su deseo de mimetizarse con un cuerpo femenino, y al no tener la capacidad económica para una cirugía estética, al menos para la gran mayoría de ellas, acuden a “recetas mágicas” como es inyectarse aceite para aviones para redondear el cuerpo en el que viven atrapadas como si se tratase de una cárcel. Y es claro que un tratamiento como ese deja secuelas enormes y muy dolorosas en los cuerpos que ellas anhelan y sueñan.
Y volvamos al lenguaje. Camila Sosa Villada dice, palabras menos palabras más, que ella heredó la fuerza del lenguaje de su madre, que su padre lo derrochó, y que ella, Camila, lo trituró, lo transformó, lo enterró y lo redescubrió.
Pocos libros cómo Las Malas tienen esta fuerza, esta furia que recorre cada frase, cada párrafo, cada página. Camila Sosa Villada dice que la “furia” es necesaria para poder sobrevivir a tanto escarnio, a tanta rabia, a tanto oprobio, a tanta marginación, a tanta exclusión, a tanta pobreza, a tanta hambre, a tanta miseria, como la que enfrentan los trasvestis. Son excluidos y violentados en sus propias familias, en el barrio en el que crecen, en el colegio, en la iglesia (bien sea por curas o por los mal llamados pastores que vitorean desde el púlpito que ellos, los trasvestis, son una mancha en la sociedad y que por lo tanto son “pecadores”). Y por supuesto, está el Estado y la ausencia de legislación que abogue por sus derechos. Se les niega una buena educación y por ende el acceso a un buen empleo; se les margina de la sociedad (acceso a una vivienda digna, entre otros derechos) y de los centros donde la ciudad se mueve en pleno día. Para los trasvestis lo que queda es la oscuridad, los árboles donde pueden esconderse de la policía o donde pueden ganarse unos cuantos pesos que les permita vivir el día a día. Y cuando un grupo social debe vivir en la penumbra, escondiéndose, es porque se le están violando sus derechos; y cuando eso sucede es porque el Estado y la sociedad ejercen su enorme poder para aniquilarlo y destruirlo.
Camila Sosa Villada es una voz que se alza y que grita para que la ignominia salga del barro, para visivilizarla y así poder denunciarla.
Las Malas es un libro que hiere como un puñal, que corta como un bisturí y que nos pone enfrente de nuestras propias vísceras. Un libro necesario. Un libro hermoso, y doloroso, muy doloroso.

martes, 11 de octubre de 2022

LA VERGÜENZA, EL EVENTO Y LA OCUPACIÓN, TRES LIBROS DE ANNIE ERNAUX

 LA VERGÜENZA, EL EVENTO Y LA OCUPACIÓN, TRES LIBROS DE ANNIE ERNAUX

Berta Lucía Estrada Estrada
Crítica Literaria
Hace dos días apenas (9 de octubre) publiqué un ensayo sobre Los años de Annie Ernaux (Gallimard 2008), Premio Nobel de Literatura 2022, y a quien yo no había leído nunca. El premio fue designado el pasado jueves y al día siguiente fui a la librería donde compré cuatro de sus libros; a excepción de Los años son obras muy cortas por lo que ya los leí todos, a saber:
La honte (1997)
L’événement (2000)
L’occupation (2002)
Todos los libros de Annie Ernaux son publicados por Gallimard, posiblemente la editorial más importante en Francia. Además ha ganado premios como el Formentor de las Letras 2019 (España)
Y varias de sus obras han sido adaptadas tanto al cine como al teatro. Su nombre y su trayectoria literaria son conocidos en Francia y ha sido traducida a varios idiomas; no se trata de una desconocida como sucede a veces con los premios nobel de literatura.
Para resumir en pocas frases el trabajo de Annie Ernaux podría decirse que es una militante de izquierda, feminista hasta la médula, laica y respetuosa de los DDHH; y ante todo habría que decir que su trabajo como escritora es la narración de su propia vida. Los veinte libros que ha escrito son su propia autobiografía. Y de los cuatro que me leí en estos pocos días puedo decir que el mejor de todos es Los años, pueden leer mi ensayo en el siguiente vínculo:
La honte (La vergüenza): (142 páginas) Comienza con una frase que hiere como un puñal y que es el compendio de todo el libro: “Mi padre quiso matar a mi madre un domingo de junio”. Una frase que inmediatamente nos pone enfrente de otra, como si fuese un juego de espejos: “Hoy ha muerto mamá”, de El extranjero de Albert Camus. Una frase que a su vez la encontramos escrita de otra forma en esa gran obra que es Meursault, contre-enquête de Kamel Daoud; pueden leer la reseña en el siguiente vínculo:
Volvamos a La honte. El título y la frase, que dan inicio a la obra autoficcional, son el compendio y el pathos de todo el libro. La honte (la vergüenza) es una bitácora, un resumen, de lo que vamos a leer en sus 142 páginas. Mientras que la frase que abre el libro es el pathos con la que su autora, Annie Ernaux, nos atrapa desde el principio. La obra está contada por una niña de 12 años que asiste inerme a una pelea monumental entre sus padres hasta que ve cómo su progenitor amenaza a su madre con una pequeña hoz; y si ve esta escena es porque su misma madre ha gritado: ¡Hija!. Cuando llega al lugar de los hechos su padre baja el brazo y su madre nace de nuevo; en este momento la hija se convierte en la madre y la madre en la hija. En otras palabras su madre teje de nuevo otro cordón umbilical. Dos meses después de este terrible suceso que la acompañará toda su vida entra a un colegio privado y de instrucción católica; un colegio donde va a encontrar las diferencias de clase y donde debe decodificar unos códigos desconocidos para ella en cuanto al comportamiento social se refiere. Poco a poco se hace consciente de las diferencias socioeconómicas y el peso que tienen en las relaciones sociales. Y aunque es una alumna ejemplar no encaja dentro de las otras compañeras de clase; además sabe que la paz en su casa puede esfumarse en cualquier momento; por lo que el miedo a encontrar a su madre muerta al regreso del colegio no la abandona nunca. No habla de ello a nadie y sus padres “olvidan” el incidente como si nada hubiese pasado. No obstante, el miedo y la vergüenza se instalan en su sistema límbico y va a pasar mucho tiempo hasta que logre cortar ese otro cordón umbilical con que la ataron nuevamente a sus doce años. Habrá que esperar a sus 23 años cuando L’événement (el evento como ella lo llama) haga que ella misma corte ese cordón que la mortifica y la encadena a sus padres.
L’événement: (El evento, 130 páginas) Esta obra se centra en el aborto clandestino que Annie Ernaux tuvo en enero de 1963 cuando contaba con 23 años y era una estudiante universitaria. El aborto en Francia fue legislado y dejó de ser ilegal bajo el gobierno de Giscard D’Estaing gracias a la Ministra de la Salud Simone Veil tras una dura batalla de las mujeres que pedían a gritos que se dejara de considerar a las mujeres que abortaban como asesinas; también se aprobó el uso de la píldora anticonceptiva. Poco antes en Le Monde se había publicado un manifiesto formado por 343 mujeres, entre ellas Simone de Beauvoir y Catherine Deneuve, que confesaban haber abortado. Ese manifiesto se conoció como Le manifeste des 343 salopes. Para saber más sobre El manifiesto de las 343 sinvergüenzas pueden leer el siguiente artículo:
Y en el aborto, que relata Annie Ernaux, ella se enfrenta, una vez más, a la diferencia de clases; ya que las mujeres de la burguesía podían eventualmente ir al consultorio de un médico que practicase el aborto clandestino y por ende hacerlo bajo condiciones seguras, higiénicas y de buena salubridad. Annie Ernaux, al no tener ni dinero ni una red social que la acompañase, finalmente termina en un apartamento de una auxiliar de enfermería que ejerce como “faiseuse d’anges”, (hacedora de ángeles. Este es el nombre con el que se denominaba a las mujeres que practicaban el aborto con agujas de tejer o con sondas). Este procedimiento, que hoy en día es seguro cuando se hace en el consultorio de un ginecólogo, hace sesenta años en Francia podía significar la muerte por septicemia o por una fuerte hemorragia.
La obra se llama “el evento” porque es de esa forma que Annie Ernaux llama a ese estado catastrófico de un embarazo no deseado ni buscado; y que de llevarlo a término significaba la vergüenza de su familia, el ostracismo social y el fin de sus estudios y de sus sueños como mujer y como profesional.
Y es precisamente cuando se somete al infierno de ese aborto clandestino que ella encuentra el coraje para cortar ese cordón umbilical que su madre le había atado once años antes y al que acabo de hacer mención en el libro La honte. Al cortar el cordón umbilical del feto que lleva en sus entrañas, y al que no desea ni ama, ella corta el otro cordón invisible que le impedía en cierta forma ser libre y autónoma.
Y por último está L’occupation (La ocupación, 76 páginas). Este libro es sobre todo un divertimento. Uno podría pensar que el título, La ocupación, hace referencia a la ocupación alemana en Francia durante La 2ª Guerra Mundial; cuando en realidad hace referencia a la mujer con la que vive su antiguo amante. Annie Ernaux nos cuenta desde el principio del libro que después de una relación de seis años con un hombre con el que ella se acostaba, y que aparentemente no amaba, decide romper con él. Y aunque se separan siguen viéndose regularmente. Pocos meses después él le anuncia que se va a vivir con una mujer divorciada, como lo es Annie Ernaux, y que por lo tanto no puede llamarlo ni por las noches ni los fines de semana. Esa confesión hace que ella comience a obsesionarse con la mujer que comparte el lecho con el que fuera su amante. Así que piensa en diversas formas de dejarla en ridículo, incluso piensa que podría deshacerse de ella definitivamente; así que piensa en hacer una muñeca y clavarle agujas como un acto de brujería en el que ella no cree pero que eventualmente puede servirle. Y por supuesto que no hace nada para atentar contra su rival, pero su imagen se transforma en un personaje que pasa a habitar en su propio cuerpo, por eso titula el libro La ocupación.
En otras palabras siente que ella ha ocupado su cuerpo y que se ha convertido en una “okupa”; como se denomina en España a las personas que se instalan ilegalmente en un predio o en una casa o apartamento. En algún momento sabe que esa mujer es una profesora universitaria, como la misma Annie Ernaux, y que su tesis de grado fue sobre Los acadios, luego cree que fue sobre un papa del Medioevo; en fin, si traigo a colación este episodio es porque la protagonista piensa como burlarse de ese tema y dejarla en ridículo ante el que fuera su amante. La ocupación es un libro con mucho humor; al menos yo me reí mucho.
Y para terminar quiero decir nuevamente que Les années (Los años) es una gran obra que está muy por encima de las otras tres que acabo de reseñar.