viernes, 19 de octubre de 2007

POESÍA FRANCÓFONA (artículo)

POESIA FRANCOFONA

Nota de la autora: Aunque este blog está dedicado a la mujer, hoy hace referencia a la "poesía de las negritudes", poco conocida en nuestro medio. La poesía africana, al igual que la producción literaria de la mujer, es segregada, poco estudiada; sobre todo en Colombia, donde no deja de ser marginal. Y en un reconocimiento a poetas que conozco poco, publico este artículo como homenaje a una lírica hermosa y profunda.

El movimiento literario de las “negritudes” marcó la primera gran ruptura que se dio en el Africa colonial, con Léopold Sedar Senghor (Senegal, 1906-2001) a la cabeza; quien publica una Antología (Antología de la Nueva Poesía Negra y Malgache en Lengua Francesa, 1948) en la cual recoge parte del universo literario del Africa francófona. La literatura de las negritudes toma el nombre de los debates intelectuales que se dan en los años 30, impulsados por el poeta de origen antillano Aimé Césaire (Martinica, 1913), y posteriormente por Senghor y Jean-Paul Sartre. Aimé Césaire desarrolla su propio concepto de la negritud, en una hermosa cascada de imágenes que sienta las bases de un movimiento que habría de ser decisivo para las luchas anticolonialistas emprendidas por los países africanos en la década de los ‘60 :

“mi negritud no es una piedra, su sordera precipitada
contra el clamor del día
mi negritud no es una fuente de agua putrefacta en el ojo
muerto de la tierra
mi negritud no es ni una torre ni una catedral
ella se sumerge en la piel roja del sol
ella se sumerge en la piel ardiente del cielo
ella rompe el agobio que produce la paciencia”.

Y en otro poema denuncia la época colonial como solo un descendiente de esclavos puede hacerlo:

“(llegado) mi turno
elevaré al aire un grito tan violento
que salpicará de lodo al cielo
y por mis ramas desgarradas
y por el tiro insolente de mi fusil herido y solemne
le ordenaré a las islas que existan”.

El movimiento de las negritudes no es solamente un movimiento político, sino que busca ir más allá de la simple denuncia social, busca mostrarle a Occidente que el África y las Antillas también existen, y que el colonialismo es la peor vergüenza del siglo XX. Pero sobre todo, pretende mostrar que también pertenece a una cultura, por la que se debe luchar y ayudar a preservar. Todos los pueblos y culturas pertenecen a la humanidad, por lo que no puede ni debe excluirse ninguno de ellos. El movimiento es apoyado por intelectuales de la talla de Sartre, André Gide, Albert Camus, André Bretón, entre otros.

Para Senghor la “literatura de las negritudes” es un signo de reconocimiento, una fórmula que abrió camino a los poetas africanos nacidos en plena época colonial, y que además se identificaban con la lucha del pueblo africano. Su producción literaria no sólo denuncia la época colonial sino que refleja la búsqueda por una autenticidad cultural; la cual había sido ignorada para poder justificar, primero la esclavitud y luego la colonización, en este caso la francesa.

La literatura de las negritudes se define en un principio como un proyecto de rehabilitación del hombre y la mujer negros. Siendo su tema principal la exaltación del “alma negra”, que no es otra cosa que reconocer su existencia humana, algo que no siempre fue admitido por los países colonialistas. (Recordemos como hacia 1520 España se debate en un dilema teológico en el cual el tema primordial es si los indígenas americanos poseen o no un alma; lo que traducido a otros términos quería decir: ¿Son seres humanos o no lo son? Dando lugar a mitos culturales que han dejado una huella indeleble y que han sido el origen del racismo y la xenofobia por parte de los pueblos europeos en contra de los pueblos del mal llamado Tercer Mundo; dándose incluso la vergonzosa pregunta si los indígenas, negros, latinoamericanos, maghrebíes, asiáticos o el pueblo nativo australiano somos iguales a los blancos).

Para descubrir el espíritu de la lucha de las negritudes, es necesario mirar su obra literaria, puesto que son los primeros en hablar de ella al mismo tiempo; y el género que más impacta es la poesía, puesto que es el género predominante en el África colonialista y postcolonialista. Lo que no excluye que también se haya manifestado en los géneros de novela y ensayo, no obstante la literatura de las negritudes es esencialmente un mito poético. Mito que impuso una imagen y un modelo de poeta negro y de su poesía: Víctima de la colonización, el poeta se rebela con su canto; y como el poeta es negro, su canto adquiere todas las virtudes inherentes a su pueblo. El canto se destaca por una temática coherente, donde se exalta dicha condición. Todo comienza por un grito, el más violento que pueda imaginarse, una voz dolorosa toma como testimonio la inmensidad del sufrimiento negro; David Diop (Senegal, 1927-1960) lo expresa así:



“¡Sufre, pobre negro!...
El látigo silba
Silba en tu espalda sudorosa y sangrante (...)
¡Sufre, pobre negro!...
¡Negro obscuro como la miseria!”


El poeta explora los espacios infinitos del “país del sufrimiento”, de los barcos negreros, de la explotación de la caña de azúcar en la época infame de la esclavitud americana.

Para Jean-Paul Sartre “El negro consciente de sí mismo se ve ante sus propios ojos como el hombre en el que ha caído todo el dolor humano, que sufre por todos, incluyendo al blanco”. Al menos es lo que dice un poema de Bernard Dadié (Costa de Marfil, 1916):


“Te agradezco Señor, por haberme creado Negro,
por haber hecho de mí
la suma de todos los dolores,
(por haber) puesto sobre mi cabeza,
el Mundo.

Lo liberé del Centauro,
Y lo sostengo desde sus albores”.


En estos versos hay una clara alusión a la redención cristiana, y a la necesidad del sufrimiento, como única posibilidad de salvación eterna.
Senghor, por el contrario se rebela y denuncia la opresión. Cuando el dolor se convierte en algo insoportable, rechaza a Occidente y a la supuesta razón que lo sustenta. Léopold Sédar Senghor se regocija ante la fuerza liberadora:


“Pero yo romperé las risas en todos los muros de Francia”.

Y en otro poema:

“Que nosotros estemos presentes en el renacimiento del Mundo
Como la levadura que le es necesaria a la harina blanca,
(Puesto que) ¿Quién aprendería el ritmo del mundo muerto de
máquinas y cañones?”


El rebelarse supone mirarse dentro de sí mismo: Es el viaje interior que busca la identidad perdida o aniquilada. El poeta negro descubre nuevamente el paraíso de la negritud original; que no es otro que el prestigio de un pasado mas que glorioso y de la riqueza infinita de la tradición africana. La poesía se convierte en un eco nostálgico, como si fuera la música de un tambor lejano, que clama por un regreso del África sagrada y extraviada:

“África, África mía
África de violentos guerreros de las sabanas ancestrales
África a la que cantaba mi abuela
Al borde de un río lejano”.
David Diop


Y Birago Diop nos rebela el gran secreto de África: la comunicación permanente entre los seres humanos y los dioses, entre los vivos y los muertos, el pasaje abierto entre dos mundos (el profano y el sagrado):

“Aquellos que están muertos no han partido nunca,
ellos están en el niño que llora,
y en el tizón que arde.
Los muertos no están bajo tierra:
ellos están en el fuego que se expande,
ellos están en los árboles que lloran,
ellos están en la roca que se queja
ellos están en la selva, ellos están en la morada:
los muertos no están muertos.

Escucha mas a menudo
las cosas que los seres.
La voz del fuego se escucha,
escucha la voz del agua,
escucha en el viento
las breñas que sollozan
Es el aliento de los ancestros”.
Birago Diop (Senegal, 1906-1989)




Poemas traducidos por la autora del artículo

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