lunes, 2 de julio de 2012

LA SEPARACIÓN

La Separación, del director iraní Asqhar Farahdi, Oso a la Mejor Película y los Osos de Plata para los actores principales Peyman Moaadi y Leila Hatami, en el Festival de Berlín 2011y el Oscar a la mejor Película Extranjera 2012, entre muchos otros premios, confirman que el cine independiente pasa por uno de sus mejores momentos. A mi modo de ver es una verdadera joya cinematográfica, que corrobora que para hacer un buen cine el principal ingrediente es el talento y no necesariamente las sumas escandalosas que suelen gastarse en Hollywood. El guión, escrito también por Farahdi, parte de una historia que podría parecer banal, las separación de una pareja y la búsqueda de nuevos caminos por parte de Simin, personaje interpretado por Leila Hatami, y el acoplamiento de la nueva vida familiar de Nader, Peyman Moaadi, quien debe hacerse cargo de su padre, víctima del Mal de Alzheimer, y por supuesto de la decisión de la custodia de la hija de ambos, aún adolescente. Poco o nada conocemos del mundo iraní, sin embargo, su historia trasciende las fronteras, se hace universal y puede ser entendida y asimilada en cualquier cultura, ya que el tema que subyace es el de la condición humana. No obstante, Farahdi nos muestra el Irán contemporáneo. Es decir, la sociedad teocrática, la condición de la mujer en dicho país, en muchos casos atada a convencionalismos religiosos de gran envergadura, y a una justicia completamente kafkiana; por lo que algunos críticos la han denominado como un thriller judicial, sin dejar de ser también un drama familiar. El mundo de La Separación es sórdido, gris, de pocas esperanzas; donde le común denominador pareciese ser el egoísmo que acecha prácticamente a todos los personajes, la ambición, el deseo de explotar a los demás, cada uno, a excepción de la hija adolescente, carga con una culpa, con una mentira que corroe sus vidas y las de los demás. El film en cuestión apela a todos los sentidos del espectador y lo hace también partícipe de ese mundo que amenaza con la destrucción total de los valores que deberían ser el baluarte de nuestras vidas.

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