Bilbao-New York-Bilbao
Berta Lucía Estrada Estrada
“Vojtech (Jasny) me dijo una frase: “Nada ocurre en vano””. (Bilbao-New York-Bilbao. Editorial Seix Barral S.A. 2009, página 156). La lectura de esta sabia sentencia, con la cual se puede, o no, estar de acuerdo, me hizo pensar en Ernesto Sábato y en todas las veces en que insistió en que la casualidad no existe. Este libro, cuya acción transcurre en un vuelo transoceánico, lo adquirí en abril del 2010 en el aeropuerto de Barcelona, mientras hacía una escala técnica. Primera “coincidencia”. En ese momento estaba leyendo toda la obra a Malcolm Lowry y en uno de sus libros emblemáticos el tema central gira alrededor del mar, de los barcos y de los marineros; segunda “coincidencia”, por lo demás bastante extraña. Al ver la obra Bilbao-New York-Bilbao, en la librería del aeropuerto, me asaltó el recuerdo de haber escuchado en la TV española que había obtenido dos premios bastante importantes, nada menos que el Premio Nacional de Narrativa 2009 y el Premio Nacional de Crítica 2008 en lengua vasca, euskera, como prefiere nombrarla Kirmen Uribe (Ondarroa, Viscaya, 1970), autor invitado a la Feria Internacional del Libro de Bogotá en su edición del 2010. Conozco muy poco del pueblo vasco, a pesar que la región cafetera está llena de sus descendientes, o de descendientes gallegos como es mi caso, aunque siempre prefiera decir que mis raíces están ancoradas en África y en los pueblos indígenas y no en España. En realidad soy producto de una mezcla de culturas, como la escena de las dos niñas que juegan a cazar mariposas con una sábana, al final del libro de Kirmen Uribe. Una es blanca y la otra negra. Una es descendiente de marineros vascos y la otra es descendiente de marineros senegaleses. Una historia común las une más allá de cualquier línea divisoria de odios racistas, la pesca, y los avatares de la vida en el mar, y por supuesto una lengua: el euskera, hablada en la actualidad solamente por una comunidad de 250.000 personas. Kirmen Uribe ha escrito un hermoso libro sobre el país vasco y sobre la historia de una familia. Es un relato que abarca tres generaciones. La del marinero Liborio Uribe, su hijo, patrón del barco Dos Amigos, y el nieto Kirmen, filólogo de formación, con estudios de postgrado en literatura Comparada en la Universidad de Trento, escritor de profesión. Pero también está el hijo de su compañera Unai, a quien le rinde un cálido homenaje con un emotivo poema: “Naciste a mis ojos con trece años./ Así, de repente./ Fue un parto muy original,/ pues naciste mientras cenábamos una pizza”. La presencia de Unai deja la obra abierta, con la posibilidad de continuar más tarde con su propia historia. Es como un rond-point donde coinciden diversos caminos, pero que también se abre a nuevas y desconocidas rutas. Y aunque es una historia de hombres está siempre iluminada por un faro que no los deja perderse en las tempestades marinas o en las tempestades metafísicas. Ese faro es la mujer. Bien sea la abuela, la madre, la tía, o Nerea, la compañera de Kirmen y madre de Unai, son personajes femeninos que dan una fuerza vital a la ficción, o la descripción de la realidad, como quiera llamarse al libro de Uribe. Sin embargo, no es la parte lírica de la obra la que me ha llamado la atención, sino la construcción misma de la novela, o de la biografía o de la autobiografía, o de la historia reciente de un pueblo que se negó a desaparecer bajo la dura dictadura franquista. Bilbao-New York-Bilbao es, incluso, una reflexión sobre la creación literaria, un manual, o guía, sobre la construcción narrativa. Concepto que luego encontré en una crítica de Jon Kortazar sobre el libro en cuestión: “Me interesa más el mundo conceptual y la configuración teórica que propone que el argumento mismo del texto. Es decir, prefiero el aspecto del libro que me ha llevado a pensar sobre él, que la forma en que emociona, que es una de las virtudes que los lectores subrayan en la novela”. Kirmen Uribe, con su obra Bilbao-New York-Bilbao, se impone como un referente obligado en las letras hispanas contemporáneas. No obstante, ésta no es su única obra. Hasta el 2008 era más conocido por sus libros para niños, siempre escritos en euskera, y por su poesía. Incluso Patxi López, en su posesión como Lehendakari, leyó uno de sus poemas: Mayo. Mira, ha entrado mayo, Ha extendido su párpado azul sobre el puerto. Ven, hace tiempo que no sé de ti, Se te ve tembloroso, como esos gatitos que ahogamos siendo niños. Ven, y hablaremos de las cosas de siempre, Del valor que tiene ser amable, De la necesidad de arreglárselas con las dudas, De cómo llenar los huecos que tenemos dentro. Ven, siente en tu rostro la mañana, Cuando estamos tristes, todo nos parece oscuro; Cuando estamos fuertes, el mundo se desmigaja. Cada uno de nosotros guarda algo desconocido de las vidas ajenas, Sea un secreto, un error o un gesto. Ven y pondremos verdes a los vencedores, Saltaremos desde el puente riéndonos de nosotros mismos. Contemplaremos en silencio las grúas del puerto, Porque estar juntos en silencio es La mejor prueba de la amistad. Vente conmigo, quiero cambiar de país, Dejar este cuerpo mío a un lado Y meterme contigo en una concha, Con nuestra pequeñez, como los bígaros. Ven, te espero, Continuaremos la historia interrumpida hace un año, Como si no tuvieran un círculo más los abedules blancos de la rivera. Una deferencia respetuosa para con el escritor Kirmen Uribe; pero sobre todo un hermoso homenaje a las raíces de un pueblo que se niega a ahogarse o a fundirse en otra identidad. No en vano Kirmen Uribe, como Fernando Savater, aboga por una educación bilingüe. Es decir, aboga por una identidad vasca, pero sin dejar a un lado la lengua castellana y la tradición inherente a ella.
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