En este blog podrán leerse artículos, poemas o cuentos sobre mujeres y hombres que han jugado un rol decisivo en la construcción de nuestro imaginario colectivo; bien sea a través de la literatura, del arte y por ende de la cultura.
martes, 27 de junio de 2017
“Los muertos no resucitan, ni siquiera cuando se lavan los cadáveres”
Iglesia de San Sebaldo (Nuremberg-Alemania)
“Los muertos no resucitan, ni siquiera cuando se lavan los cadáveres” (frase leída en la iglesia de San Sebaldo)
El 7 de agosto de 2013 tuve la oportunidad de conocer la ciudad de Nuremberg (Alemania), y la visita a su iglesia de San Sebaldo me sumió en una reflexión profunda sobre la guerra y la paz. Pero no sólo por lo que la iglesia en cuestión representa, surgir como ave fénix de las cenizas, sino por el proceso de paz que Colombia, en cabeza de Juan Manuel Santos, ha construido en estos años y que hoy, martes 27 de junio de 2017 culmina con la entrega de las armas de las FARC.
En esa visita pensé inevitablemente en sus detractores, en sus enemigos, en esas fuerzas ocultas que no quieren que nada cambie, porque eso va en contra de sus intereses de clase, en contra de sus intereses políticos, en contra de sus propios intereses de tenencia de tierra, intereses cuasi feudales. Y por supuesto pensé en esa sombra siniestra que es Uribe, pensé en sus gritos y en su llamado al odio, en la apología que hace día a día de la violencia, en la caricatura en la que se convierte cada vez que vocifera como un energúmeno; seguido por el eco de sus fanáticos seguidores, que a veces son sólo secuaces de intenciones oscuras que tratan a todo precio de ensombrecer el horizonte que los colombianos de bien tratamos de construir a lo largo de nuestra vida.
Uribe no me representa. Nunca me ha representado. Nunca voté por él, ni nunca lo haría. Me niego a aceptar que su cólera nos conduzca al cadalso, a la muerte, a la guerra perpetua a la que pretendió jugar cuando quiso reelegirse para un tercer mandato, con el secreto a voces de declararle la guerra a Chávez; sólo por su deseo de jugar con soldaditos de plomo, queriendo olvidar que ni son soldaditos ni son de plomo, queriendo ignorar que ya no tiene la edad para jugar a bravuconadas, queriendo ignorar que el hacerlo solo lo empequeñece ante los ojos de la historia.
Y si hablo de todo ésto, es porque la iglesia de San Sebaldo, a la que hago mención, supo convertirse en un lugar de reflexión y de denuncia de lo que es la guerra y del llamado horroroso de personajes como Hitler y sus secuaces, algunos de los cuales estaban escondidos en las entrañas mismas de la Iglesia; tal y como ha sucedido muchas veces en Colombia en estos cincuenta años de crímenes abyectos de la extrema derecha, y de los oscuros personajes que se han lucrado de la guerra, entre ellos las cabezas de las FARC o del ELN, pero también de los paramilitares y de algunos militares que creen que la guerra es la única forma de ejercer su trabajo.
La iglesia de San Sebaldo (1215), un monumento para la paz (Nuremberg) *
20 de abril de 1945
Las armas guardan silencio. Nuremberg caída y sumida en el horror de una guerra que nadie había imaginado… Despedazadas, horadadas y vacías, las torres de San Sebaldo se elevan hacia el cielo.
Iglesia y Estado bajo el manto de una paz engañosa. La semilla de la violencia fue sembrada y germinó en los espíritus y corazones de mucha gente.
El desierto de ruinas de la ciudad se extiende casi hasta el infinito. Pero uno de los tejados ya ha sido reconstruido; no hay duda, los demás lo imitarán.
Paz… Pero ¿Qué significa? Acaso que se puede deambular por las ruinas sin tener miedo a las bombas? ¿Acaso significa que el sol calienta a los hombres y a las piedras como si nada hubiera pasado? ¿Acaso significa que el horror ya comienza a ser pasado?
La casa de dios se convirtió en su propio sepulcro. He aquí los altares destruidos y la cultura de varios siglos pisoteada.
Las campanas han sido destruidas, fundidas. Como mucha gente, San Sebaldo se ha quedado sin voz. En el verano de 1945, cuando se conocieron los crímenes horribles de los Nazis, las palabras se atoraron en el fondo de su garganta. ¿Acaso las guerras son al mismo tiempo una forma de pagar deudas?
Los habitantes de la ciudad vieja se niegan a abandonar la casa de dios, limpian los escombros, despejan las calles adyacentes. Una tímida esperanza cubre el cielo, mientras que la primera barraca aparece en la nave lateral norte, destruida en el bombardeo.
¿Acaso no sería mejor demolerla por completo?
Las heridas…
¿Acaso el portal de los novios será de nuevo testigo de la felicidad de un nuevo matrimonio?
Esfuerzos increíbles para que la reconstrucción de la iglesia de San Sebaldo no se detenga, el andamio no deja de crecer. La iglesia de San Sebaldo es una construcción viva.
Al fin, en 1954, nueve años después de la guerra, la armazón del techo de la iglesia de San Sebaldo ha sido terminada; todavía faltan tres años para la nueva consagración, pero ¡qué felicidad!
La primera misa es una sensación de cobijo. En la nave central, amurallada, está la gente turbada por la guerra, marcada por el sufrimiento; no sólo busca lo que representó, sino lo que queda de ella.
Los primeros trabajos de reconstrucción fueron más bien ineficaces. Los muertos no resucitan, ni siquiera cuando se lavan los cadáveres.
*Estas frases acompañan una serie de fotos que van desde la multitud que aclama a Hitler, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, hasta la foto del 17 de diciembre de 1992 que muestra a otra multitud, 100.000 personas con velas encendidas, que clama porque el horror no vuelva a repetirse nunca. Las frases son una traducción libre que he hecho del francés al español.
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