LUGAR DE LAS UTOPÍAS, DE JORGE PALMA
Por: Berta Lucía Estrada Estrada
La poesía de Jorge Palma es un cántico del desposeído, del excluido, de los obreros; es la evocación de los paraísos perdidos; así la mayoría de ellos sean de dolor y de una soledad atávica.
“Necesitamos un faro”, dijo alguien-, “o una antorcha que no la devore
esta lluvia /
esta maldición de huesos/ esta soledad en los zapatos.”
Es una poesía que sabe que la condición humana es un martillo que golpea como lo hace una gota de agua en la cabeza de un olvidado; sin darle tregua, constante, siglo tras siglo, hasta perforar el cráneo y dejar la masa cerebral al descubierto.
“Cuando yo nací la lluvia ya estaba en el mundo”.
En su poesía encontramos siempre dos temas que serían en cierta forma el eje central de su mundo poético: el hambre y el desierto; ejes vistos como los desposeídos, los olvidados de la tierra, los que perdieron todo antes de nacer; los “nadies” a los que hacía alusión Eduardo Galeano, el compatriota de Jorge Palma.
Y lo que es más importante aún, Lugar de utopías, el poemario que reseño y que tuve el honor de leer esta mañana, es un libro con cohesión, como toda su obra. La poesía de Jorge Palma es una sola; y sin embargo, siempre nos encontramos con algo nuevo, siempre sorprende; tal vez porque nunca nos acostumbramos del todo a la miseria humana, al despojo de los poderosos y a su pie que humilla y aplasta.
Otro de los ejes es el Exilio, visto como ese dolor que carcome las entrañas, que las oxida y que las vuelve polvo antes que el cuerpo mismo se convierta en barro.
“¿Y dónde están tus mapas, Rafael?
¿Y tus botellas de colores y astrolabios? Y tus cuentos, abuelo, de mares lejanos, y los pájaros en los bolsillos
de tu camisa con su amarillo trinar”.
“Había tomado dos vasos de vino /luego dos más, y se le nublaba
el cielo, se le doblaba el corazón, y en sus ojos de niebla, /ojos
de amor clandestino/ había un niño, un laúd, un hombre y su aventura.
Y la lluvia caía del cielo sin pausa.
“Me duele vivir”, decía.
Y en la radio giraba un tango alrededor de un ataúd”.
Por eso mismo la Muerte ronda cada verso, cada poema, cada imagen. La muerte está revestida de sombras que caen y caen infinitamente; son huérfanas de pájaros, por eso no tienen alas; son sombras a las que se les niega una nueva oportunidad en este mundo; el mismo que nos aleja desde el mismo momento en que nacemos; por lo que su luz nos enceguece, nos aturde y nos sacude en el ojo de un huracán infinito; y allí nos abandona per saecula saeculorum.
“No caigas ahora
que no puedo, hacerme pájaro o paloma
en la mañana negra muy negra /
pintada de sal.
No hagas lo que Aníbal.
No escuches ahora
lo que ordena el General, porque la muerte negra muy negra
está en el aire”.
La obra de Jorge Palma, Premio Accésit del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador 2022, posee un profundo y emotivo contenido político; y sin embargo, no adoctrina ni es panfletaria; es un grito que denuncia la desigualdad, la inequidad. Es una oda a Dante:
“Por las avenidas de la sangre por estas calles de pólvora
y estiércol, pasan los ahogados, los verborrágicos y los mudos los proxenetas y los bandidos los amantes clandestinos y los locos.
Y los arrepentidos
con coronas de fuego
en la frente,
y los verdugos vestidos
de etiqueta, perfumados
y rasurados hasta la perfección”.
Y por supuesto, en un libro que hurga en la condición humana no puede faltar el ítem de la Guerra:
“Bañaron las espaldas desnudas con napalm.
Gritaron, gritaron y gritaron. Creyéndose inmortales, invadieron países construyeron casinos
en el desierto llenaron de aguardiente salmuera y herrumbre
los cuerpos de los pobres”.
Aun así hay esperanza:
“Los que resisten la picana el plantón
el submarino
y vueltos a la vida
se reciben de maestros y levantan una escuela”.
Y por último me gustaría resaltar al poeta místico que aparece en esta plegaria; y sí, sé que ese Padre al que hace alusión no es el padre de los cristianos sino el Padre del poeta; aun así el poema es una plegaria en el mejor de los significados:
“Padre mío. Dónde estás.
Dónde estás esta noche fría
y triste de invierno
cuando todos los perros
de la ciudad, aúllan como lobos en los húmedos bolsillos
de la sombra.
Si sólo pudiera tocarte
si acaso
ese desierto de niebla
que me separa de tu frente se acortara, y entonces pudiéramos conversar ahora que soy un hombre ahora que seguramente estoy repitiendo sin saber las mismas cosas que vos decías
cuando tenías mi edad,
la que ahora tengo
y me va acercando
cada día
a tu día eterno y luminoso a tu único día
estés donde estés”.
Padre: estoy tan solo como el primer día que estrené el mundo
Estoy tan solo
como aquel día
que decidiste migrar
en un cielo crepuscular y sin campanas, cuando un reducido círculo
de sombras
se enteró entonces
que partías”.
Jorge Palma es un gran poeta, de eso no me caba la menor duda. Aplaudo el reconocimiento que van a hacerle en Salamanca en este mes de octubre.
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