LA PAPELERÍA TSUBAKI, de Ogawa Ito
Este hermoso libro es una oda a la escritura
La papeterie Tsubaki (Picquier Poche – 2022-403 páginas)
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Soy una lectora asidua de la literatura japonesa; y por lo general, cuando me sumerjo en ese universo refinado, culto, cuasi etéreo, siempre termino el libro con una sensación profunda de haber sido testigo de la belleza, de haberla acariciado, olfateado; incluso siento que en cierta forma dormí a su lado.
La papelería en cuestión se encuentra en Kamakura, una pequeña ciudad turística, cuyo encanto principal es su tranquilidad, sus templos y sus pequeños restaurantes con menús sorprendentes.
Sin embargo, su principal atracción es la papelería Tsubaki conocida no sólo por la riqueza de sus sobres, papeles, plumas y tintas, sino porque su propietaria se dedica al servicio de “escribana pública”.
Hatoko, una joven mujer de 25 años, acaba de heredar la papelería de su abuela; a quien le debe su profundo conocimiento de las diferentes escrituras que se usan aun hoy en día en Japón: el kanji (escritura de origen chino que posee 50000 caracteres), así como el hiragana y el katakana de 50 caracteres cada una. Incluso encontramos que en algunas de las cartas que Hatoko escribe, utiliza la escritura horizontal en vez de la vertical. Un estilo que yo desconocía; ya que siempre creí que la escritura japonesa se hacía solo en forma vertical.
Hatoko es una mujer reservada, tímida y con una capacidad única de entrar en el mundo de los clientes que le piden una ayuda para redactar una carta, una ofrenda religiosa o una invitación. Su papelería sirve de refugio a las personas que buscan un alivio a alguna pena, como la muerte de un ser querido o de una mascota, o un rompimiento amoroso, o los buenos deseos para un nuevo año. Incluso hay una historia muy hermosa, y que nos demuestra hasta qué punto la cultura japonesa difiere de la nuestra, cuando una hermosa y elegante mujer le pide a Hatoki escribir una carta de cumpleaños a su suegra que le ha pagado varios cursos de caligrafía sin que ella haya podido nunca aprender a dibujarlos correctamente. La hermosa mujer siente que ser disgráfica es una vergüenza; y por lo mismo, no se siente merecedora de su amor; e incluso antes de conocer a su marido varios pretendientes la habían abandonado cuando conocían su incapacidad de escribir algo legible. En cierta forma la mujer siente que sufre de una discapacidad mental y física que la atormenta y la humilla.
Cada vez que un cliente, aunque podría hablarse de un paciente, cruza el umbral de la papelería Tsubaki, Hatoko le sirve una bebida acorde con la estación del año y con el tiempo que hace en el exterior de su negocio. Puede ser un té verde, un chocolate caliente o una bebida gaseosa; y algunas veces incluso le ofrece pequeñas galletas; y todo ésto mientras que ella escucha atentamente los pormenores que necesita para poder redactar la petición que se le solicita.
Y luego, una vez que el cliente la deja sola, Hatoko le dedica un buen tiempo a pensar en el texto, en la escritura adecuada, en el papel, la tinta, el sobre y la estampilla que habrá de utilizar; reflexiona si el texto debe de ir acompañado de algún dibujo o de alguna flor; y por ende de un aroma especial.
A medida que avanzamos en la lectura de esta pequeña sinfonía japonesa, vamos conociendo las amistades de Hatoko, sus gustos personales, su timidez y su reserva; así como su propia historia y la historia de su abuela, y al final la acompañamos al almuerzo en compañía de una niña de 5 años, que es su amiga epistolar, y de su padre; un almuerzo que será el preludio de su vida futura.
Una lectura sorprendente desde todo punto de vista.
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