miércoles, 18 de noviembre de 2015

DETRÁS DE LOS VISILLOS DE LAS ESTANCIAS SECRETAS DE MURASAKI SHIKIBU: I PARTE

¿Qué es La novela de Genji? // La novela de Genji es considerada como la obra cumbre de la literatura japonesa; pero no es algo nuevo, lo ha sido desde siempre. En el siglo XV Ichijo Kaneghoshi (1402-1481) escribió 30 libros sobre esta monumental novela y aseguraba que “de todos los tesoros del Japón, el Genji Monogatari, es el más precioso”. Kaneghoshi fue un gran Estadista, habiendo ocupado varios cargos: Primer Ministro, Regente y Gran Canciller, se destacó también como erudito, escritor, crítico literario, poeta y filólogo. Por su parte, el Premio Nobel Yasunari Kawabata (1899-1972) lo sorprendió la muerte cuando estaba trabajando sobre una nueva versión de La Novela de Genji. Y Haruki Murakami (1949 – Premio Internacional Catalunya 2011), en uno de sus libros, Kafka en la orilla, dedica varias páginas a Murasaki Shikibu. En cuanto a los escritores occidentales se refiere, habría que recordar que Marguerite Yourcenar (1903-1987) decía que “No se ha escrito nada mejor en ninguna literatura” y Jorge Luis Borges a su vez decía que “es una obra de arte jamás igualada”. // Hay que tener en cuenta que la versión que seguramente leyó Borges es la de Arthur Waley, realizada entre 1921 y 1933, por lo que aún adolece de la moral victoriana; Waley quitó y cambió pasajes que encontraba seguramente molestos para su época. No obstante, esta es la versión que Virginia Woolf leyó y admiró. Otro de los admiradores incondicionales de La novela de Genji es Harold Bloom, pero yo tengo varias diferencias con respecto a algunos postulados que él hace y a los que luego haré referencia. // La primera traducción completa de La novela de Genji al español se hizo apenas en el 2006. Es de anotar, que la edición de la colección Austral, del Grupo Planeta, es bastante mediocre, por no decir pésima, pero fue con la que inicialmente pude trabajar. Luego compré la versión en lengua francesa publicada por Diane De Selliers Editeur, una traducción que pone en relieve el genio literario de Murasaki Shikibu. Además, ilustrada, como lo eran las novelas en la época de la escritora. // Por otra parte, en la traducción de Planeta hay otro aspecto que me parece muy grave, me refiero a los reiterados juicios de valor que hace Xavier Roca-Ferrer sobre las costumbres sexuales de la época, viéndola con una ceguera judeocristiana que no hace sino empobrecer la lectura de la novela. Hay que tener en cuenta que la Historia de la Literatura que conocemos en Occidente ha sido escrita por y para hombres, por lo que ha dejado a un lado, muy conscientemente, la investigación sobre las escritoras; es por ello que se nos ha enseñado que la primera novela es El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, borrando, desconociendo, o simplemente por ignorancia, que ya en el siglo XI, en la refinada Corte Heian del Japón, había novelas que se leían y circulaban entre sus súbditos sedientos, no sólo de buena literatura, sino de la representación de diversas manifestaciones culturales y artísticas. // La familia Fujiwara, a la cual pertenecía Murasaki Shikibu, ostentaba el poder detrás del Emperador, puesto que éste básicamente era una figura representativa, y en algunos casos decorativa, ya que muchos de ellos llegaban al poder a la escasa edad de 7 años. Por otra parte, nunca estaban en el trono por muchos años, ya que abdicaban con frecuencia a favor de alguno de sus descendientes, no necesariamente a favor del primogénito. // Las mujeres vivían en recintos vedados al hombre, pero eso no quiere decir que fuesen gineceos en el sentido que hoy conocemos dicha palabra, ya que las mujeres tenían libertad de circulación y podían recibir a los hombres que ellas deseasen en sus aposentos privados. De hecho las costumbres sexuales eran bastante diferentes a las de hoy en día; para decirlo de otro modo, y de una forma más coloquial, eran costumbres bastante relajadas, donde la virginidad no tenía ninguna importancia para el matrimonio. Es más, la concepción del matrimonio, como nosotros la conocemos hoy en día, no existía. // Para entender un poco la complejidad de las relaciones sociales, hay que pensar en la cortina, o “kichó”, ya que formaba parte integral de la sociedad Heian, ya que los hombres y las mujeres no debían verse cara a cara si no eran marido y mujer. Los biombos servían para crear diferentes ambientes dentro de una misma habitación, ya que el concepto de privacidad del siglo XI, era desconocido en la sociedad nipona de la época. Ni los hombres, ni las mujeres estaban nunca solos. Entre más alto era el rango, más personas los rodeaban; costumbre muy en boga en la corte francesa, sobre todo en la época de Luis XIV. // La época Heian, si bien fue de una gran opulencia, también es cierto que las personas que disfrutaban de la riqueza pertenecían a una pequeña minoría. Ello llevó al desgaste irreversible de la clase gobernante; es decir de la familia Fujiwara. No obstante, es importante anotar que durante 400 años Japón vivió en paz. La clase guerrera, los Shogun, vendría después de la desaparición de dicho período. Los pocos guerreros de la época Heian eran sobre todo para vigilar las fronteras, eran mal vistos y se les consideraba poco menos que patanes, sin ningún gusto, ni refinamiento. // Detrás de los visillos de las estancias privadas de Murasaki Shikibu: // Ubiquémonos detrás de un biombo y fisgoneemos la vida de la corte Heian y de su más prestigiosa representante: Murasaki Shikibu, novelista y poeta. No obstante ella no era la única escritora de su tiempo, puesto que no hay que olvidar a las grandes poetas Ono No Komachi, Izumi Shikibu y Akazome Emon y por supuesto a la narradora y rival de Murasaki Shikibu, Sei Shônagon, quien escribió El libro de la almohada o Anotaciones de la almohada. Para entender un poco más su compleja personalidad leamos lo que la propia Murasaki Shikibu escribió en su diario, lo que podría ser su mejor semblanza: “ “Hermosa, pero tímida, poco amiga de miradas ajenas, retraída, amante de las viejas historias, tan aficionada a la poesía que casi todo lo demás no cuenta para ella, y desdeñosa del mundo entero”, he aquí la opinión tan desagradable que la gente tiene de mí. Y, sin embargo, cuando me conocen me consideran dulce y muy distinta de los que les han hecho creer. Sé que la gente me tiene por una especie de proscrita, pero me he acostumbrado a ello y me digo para mis adentros: “Yo soy como soy” ”. Murasaki Shikibu, (973? – 1014?) pertenecía a la clase media y tuvo una educación bastante esmerada. Se casó muy joven y enviudó dos años después, sin haberse vuelto a casar; de esta relación nació su única hija. En el año 1008 La novela de Genji aún no estaba terminada, pero ya era leída y escuchada en la corte, puesto que se hacían lecturas en voz alta o se representaban pasajes de la obra. La autora nos narra la vida de la corte, un mundo que ella conocía de primera mano, puesto que al enviudar entró a formar parte del círculo de las damas de compañía de la emperatriz y en la que muy seguramente jugó un rol decisivo, gracias a su inmensa cultura y a su genio creador. // Harold Bloom la compara incluso con Marcel Proust, puesto que La novela de Genji es una forma de recuperar el tiempo perdido; yo diría que en realidad es un gran fresco del Japón de los siglos X y XI. Bloom también la compara con Jane Austen y con Virginia Woolf, en cuanto a la laicidad de dichas autoras. Sin embargo, para mí Murasaki Shikibu es una escritora profundamente religiosa. En La novela de Genji se debaten dos corrientes teológicas: el Sintoísmo y el Budismo y es la segunda la que sobresale a través de toda la obra del Genji Monogatari. // En realidad La novela de Genji es un tratado sobre la condición humana. En la época de la autora se consideraba que la sociedad en la que vivían era la época más corrupta que Japón había conocido hasta ese momento. En otras palabras Murasaki Shikibu, al igual que la gente de la Corte Heian, pensaba que vivía en una época de franca decadencia. Esta idea reflejaba el pensamiento religioso del budismo japonés, ya que creían vivir una especie de apocalipsis búdico, donde las enseñanzas de Buda no serían ni obedecidas ni respetadas. // Yo diría que el Genji Monogatari es la búsqueda del placer absoluto sin que nunca se llegue a encontrarlo. Genji no conjuga el verbo saciar, siempre está detrás de nuevas sensaciones, el erotismo es una senda cuasi filosófica que rige su forma de vida, su pensamiento, su conducta. No obstante, no puede decirse que La novela de Genji sea una obra erótica. Es, en cambio, una novela profundamente sensual. Dicho de otra forma, es una égloga de los sentidos: el tacto, la visión, el olor, el gusto y el oído, y yo agregaría otro: el refinamiento. // La novela de Genji es una visión bucólica del alma humana, si es que esa imagen es posible, y como se manifiesta a través de la sensualidad. La lectura de este libro me hizo no sólo recordar sino entender aún más esa gran película japonesa, El Imperio de los Sentidos, de Nagisa Oshima (1976). No obstante, cabe resaltar que en tiempos de Murasaki Shikibu el desnudo se consideraba algo fuera de toda estética, ella misma dice en su diario que una persona desnuda es horrible. Ni siquiera se desnudaban en el momento del coito, tal y como se puede apreciar en infinidad de ilustraciones. Tanto hombres como mujeres dormían vestidos, podían llevar hasta veinte prendas de vestir sobre sus cuerpos, sobre todo en invierno, ya que sus casas eran húmedas y al carecer de paredes interiores bastante frías; eso en un país donde las estaciones suelen ser verdaderamente marcadas. // La obra de Murasaki Shikibu es, ante todo, un compromiso con la estética literaria; por lo que este rasgo la hace de por sí contemporánea, o mejor, la pone por fuera de una época determinada. La autora es consciente de su genialidad, de su sapiencia, sabe que su pluma es superior a la de sus congéneres, sean hombres o mujeres y que su obra pasará a la historia; por lo que se esfuerza, en todo momento, por dejar en su escritura una huella de calidad, pero sin dejar a un lado la delicadeza de su estilo.

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